dis- culpas
No es casualidad que no estés porque ya no te ame, porque no sé si alguna vez pude entregarme en cuerpo y alma a vos. Sí, fue casualidad nuestro encuentro, tu mirada de agotamiento y la mía de soledad, con ganas de vivir a tu lado. ¡Y aún sabiendo el final!, sabiendo que nada sería eterno: mis besos, mis palabras, las cartas, las salidas, el sexo, y tu eterno amor frente a todos, no hice nada y fingí que te amaba cuando no te amaba, que vos eras para mi, que nada nos iba a separar, que sólo estábamos vos y yo. Creía ciegamente eso. Pensaba que el tiempo iba a dejar saber amarte como nadie. Por eso, juré ante todos los dioses mi falso amor eterno.
Ahora lo sabes. Lo sabías. Y lo que hago es tratar de aliviar mi culpa. De nada sirve el perdón.