Amar por amar, dejar de ser amados, dejar de amar a quien sea, hay que reunir ciertos requisitos, no nos dejamos soñar, sólo cedemos ante la innegable inundación de intenciones extrañas dejándonos manejar por los que ni conocen las mañas de nuestro funcionamiento.
Yo me dejo guiar, cuando me doy cuenta que con todas ganas me han estrellado contra la pared que nunca quise ser y en primer instancia fui yo quien inconscientemente consciente lo propició o quizá adormecida de tanto dolor dejé con desenfado que pasara y no me importó.
Él… que nunca me abandonó, estuvo siempre en las buenas y malas, me siguió con la mirada, desde lejos como sombra me cubrió y cuando pudo hasta mis huesos se metió. El miedo como una constante matemática en mi aliado se convirtió para juntos sabotear todos los sueños que en una bolsa guardó. Primero estaba indecisa, luego me aburrí, me rebelé para no dejarme morir, la indiferencia me dio tranquilidad, pero la consciencia me hizo despertar. Pienso, analizo, doy vueltas en un cuarto, entre las sábanas me deslizo. Quizá un día no dormí, porque nada me quita el sueño, pero siempre que los ojos cerré, las pesadillas volaron entre las paredes de mi cuarto y aterrizaron en mi olvido, aunque siempre quedaron impresas en la suela de mi presencia.
|