Esta vez si tengo que escribir el cuento que debería continuar a este escrito.
Fecha límite Nov.
EL prólogo y la dedicatoria para ustedes.
PRÓLOGO:
Escribir un cuento es obra de gente con inspiración, narrar un acontecimiento es tarea de hombres dedicados y en cierta forma poseyentes de arte, crear, crear es obra sólo del Demiurgo.
Mi labor –entendiendo por ello el hecho de arruinar la pulcritud de una hoja en blanco – es más ruin, más baja y en cierta forma más mundana.
He buscado entre los millones de rostros uno que pudiera alentarme a escribir y encontrando tantos y tan variados, decidí tomar uno al azar, titular a ese rostro Marcela y pensar en ella como en un lejano sueño alcanzable.
La historia de este cuento, es una recopilación en primera instancia de muchos inicios que había dejado inconclusos, en segunda, el desfogue de pensamientos que en días anteriores me han venido persiguiendo y que deseo enterrar a la vista de todos ustedes.
Puesto que toda historia es repetitiva y vulgar, los personajes no tienen nombre, ya que todos en algún momento hemos sido Robespierre, Cleopatra, Santa Catalina, o el mendigo de la esquina.
El breve ensayo que debiera hacer sobre la historia, lo dejo a ustedes, notarán en el texto que mi deseo era hablar sobre el amor de una mujer y su conexión a los planos intermedios.
MACTUB
DEDICATORIA
Al sur, siempre al sur, en la frontera de lo imaginable, ahí te encuentras anclada Marcela, lejos de los parajes verdes de la gran América y de los calurosos desiertos del África, más allá aún de las regiones gélidas de Sudamérica, indómita y desconocida, tus muros de piedra encierran tremendas esculturas de canto con gestos humanos, tiempo ha que estuvieron repletos de vida.
En el ayer –tan lejano ahora- hubo historias y movimientos, las angostas calles muestran los pasos de hombres con sueños, quimeras falsas con las que nos nutrimos.
Al sur llegaré Marcela, entre los grandes rugidos del mar embravecido y el desquiciante sonido el silencio, tan sólo para contemplarte.
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