recorri en soledad, mantuve el
aliento entre los edificios impunes. Pasee mi inconsciente por barrios desesperados. Me sumergi en frenasos, gritos, bocinas, que asechaban, y aun asi no encontre el resto de mi. Conoci­ el bien, el mal, la redencion, la culpa, el dolor, las alegrias. Una mujer cantaba de amor, amor de siempre, de compañia y vida. "en esos suelos vivire". Como si fuera otro, el corazon empezo a latir de manera profunda y armoniosa. Me levante, trace los sueños y construi­ mi castillo a expensas del magullado rio que atravesaba su ciudad de rocas costosas, araucarias de cristal, que apuntan hacia las estrellas y el viento no las dobla.