El incendio acechaba el pueblo.
Las grandes llamaradas de humo acababan con todo a su paso.
Las chozas se prendían lentamente, pero dejaban alrededor un desastre.
El rio se convirtió en la salvación.
Llegar a la orilla significaba dos posibilidades.
La primera, tratar de salvar lo máximo posible del pueblo, lo cual se traducía en: solidaridad.
La segunda, tomar las canoas y navegar en el rio, lejos del pueblo, dejando todo atrás: Espíritu de aventura.
Los que optaron por las canoas no sabían cual seria su paradero ni con que se iban a encontrar.
Ellos no tenían miedo a lo desconocido, simplemente se lanzaron a una aventura, a lo incierto.
Pudieron romper con su miedo, escaparon de las llamas y lo que al principio parecía ser una desgracia, fue el inicio de una nueva vida.
Las causas del incendio, las chozas y las experiencias vividas en aquel hermoso pueblo quedaron atrás.
No olvidadas, pero si guardadas en las mentes de esos nuevos navegantes.
La lucha por un nuevo futuro y las aventuras por venir serian una nueva historia que le podrían contar a sus descendientes.
¡lo que fue una desgracia, se convirtió en el inicio de una nueva vida!