Ornella estaba rodeada de 5 pequeños ornitorrincos, la nutrida camada de los vecinos Picoplano, que habían decidido tomarse una noche de relax para ver el concierto de los “Sapodivos” en el lago, un espectáculo que la critica había dejado francamente bien. Los niños estaban absortos escuchando el relato de Ornella:

- Yo era muy pequeña para entender la advertencia de mi abuela y no la hice caso cuando me dijo que nunca arrancara la cabeza de un camarón sin comérmelo enseguida. Me quede mirando la cabeza un buen rato y entonces me fije en el cuerpo que había dejado… ¡Se estaba moviendo! Su cuerpo sin cabeza se contorsionaba, intentando avanzar hacia mi, moviendo las patas como si intentaran arañarme. Salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo y desde entonces mucha gente dice haber visto el espíritu del camarón sin cabeza que vaga por las orillas de los riachuelos.

En ese momento una cabeza de camarón bajó rodando por la galería hasta quedarse a los pies de los niños. El unísono alarido de terror que salio de sus inocentes gargantas se propagó por todo el valle y hasta el concierto de los “sapodivos” tuvo que ser cancelado.

Ringo bajaba tan tranquilo con la colita del camarón asomando por su pico.

- ¿Ero é aha? – dijo con la mejor vocalización que alguien con la boca llena puede pronunciar.

Ornella dio un profundo suspiro y miro hacia el cielo mientras sonreía pensando: “este no tiene remedio”.