A destiempo en quimeras,  
asuntos de cualquiera. 
¿Cabalgar o detenerse?  
No hay galope 
que resista el corazón, 
por la pata de los caballos. 
 
Con tinieblas a cuestas,  
tienes claro el cortejo, 
pero prefieres las sombras. 
 
Tus ojos todo lo ven viejo. 
 
Y aunque bebas de tus ganas,  
de un modo u otro  
te encerrarías, 
prefieres el espejo, 
que tu ser, 
liberado de por vida. 
 
La indecisión aletargada te llena 
el abismo cae por tus adentros, 
tragas una especie de polvo muerto. 
 
Y luego dejas de existir. 
 
En la ciudad de fantasmas 
se llenan de esperanzas tus lejos,  
de cerca tus si mismos se burlan, 
sigues fabricando moralejas, 
y tejiendo sueños, 
de segunda. 
 
Tu armonía dentro del baúl  
posterga inquietudes 
a punta de carcajadas huecas. 
 
Sueñas el día mientras de noche recién respiras. 
 
Pretendes vivir conciente 
sin rosar la realidad, 
sientes más de la cuenta, 
caminando sobre minutos ausentes, 
vendes en lugar de ofertar, 
sin las monedas decentes. 
 
Ni tu mismo podrás, 
pagarte las ganas, 
otra vez. 
 
Te aparcaste en una esquina de la resignación.  |