Actualmente vivo en un anexo.
Tiene una puerta con una ventana en la parte superior, por donde se cuela la luz del amanecer.
Decidí comprar un paño para taparlo.
Me dije: No permitiré el paso de la luz.
Me incomoda despertarme con la luz en mis ojos.
Un día regrese tarde y se me olvido colocar el paño.
En la mañana me despertó la luz del amanecer.
Sentí una alegría interior muy grande.
Es como si ese calor tocara las fibras de mi corazón.
Pensé en cuentas veces me había cerrado a cosas buenas que estaban por sucederme, de la misma manera que había tratado de impedir el paso del amanecer en mi cuarto.
Recordé la cantidad de momentos que desperdicie.
Las cosas que quise haberle dicho a muchas personas en mi vida y que nunca pronuncie, momentos que han podido ser especiales y en los que calle.
Me dije: ¡Desde hoy, seré otro!.
Permitiré que la luz me despierte.
Gozare de cada minuto de mi vida.
Diré lo que siento y lo que me gusta.
¡Siempre las puertas de mi corazón tendrán un orificio grande y permitiré que la luz del amor se cuele sin complicaciones!