Cuando Clara se despertó no recordaba dónde se encontraba, sentía un frío intenso y un insufrible dolor de cabeza, el mayor dolor de cabeza que jamás había padecido. Intentó levantarse de aquella cama que no conocía, pero no pudo, parecía que sus fuerzas la habían abandonado.
Como no podía hacer otra cosa decidió entonces intentar recordar qué le había sucedido; qué circunstancias la habían llevado a aquella sala desconocida, a la cama donde yacía y que sin embargo le resultaba absolutamente extraña. Procuró calmarse durante unos momentos y disipar de su mente aquella espesa niebla que le impedía dar respuesta al cúmulo de preguntas que se agolpaban en espera de respuesta.
Se concentró y empezó a recordar… Ella estaba en su trabajo, no hacía más de quince minutos que había llegado. Se acordaba que Antonio, su vecino de mesa, la miraba insistentemente. Qué pesado, pensó en aquel momento, por qué no se dedicará a su trabajo, ve una falda y se le cae la baba. Pero una imagen más nítida apareció de súbito en sus recuerdos, ahora lo ve con claridad. Se le nubló la vista, sí, eso es, se había desmayado. Entonces estoy en el hospital ¡claro! Parecía evidente, había sufrido un desmayo en la oficina y la habían llevado al hospital, no sería nada grave.
Intentó incorporarse lo suficiente para ver el entorno pero no lo consiguió. Bueno, de todas formas tampoco era capaz de abrir los ojos… Seguro que me tienen sedada, pensó, pero de todos modos aquí hace demasiado frío para ser un hospital, recuerdo que siempre hace mucho calor en los hospitales, en ocasiones un calor sofocante.
Volvió a sus pensamientos. La habían metido en una ambulancia, recordaba el penetrante ruido de las sirenas mezclado con la intensa conversación de varias personas. Seguro que serían las voces del personal sanitario. También se acordaba de una luz cegadora ¿sería la del quirófano? Entonces … ¿la habían operado? No tenía nada claro, sus recuerdos iban y venían pero no conseguía asentarlos, verlo todo con la suficiente claridad.
Entonces oyó unos pasos que se acercaban. Por fin podré preguntarle a alguien qué me ha ocurrido. El ruido cesó. Están a mi lado pensó, intentó decir algo pero no pudo. Entonces oyó una voz que dirigiéndose a ella decía: Ahora estarás sufriendo un fuerte dolor de cabeza; pero no te preocupes, pronto se te pasará; seguro que también tienes un montón de preguntas que te gustaría hacer, tranquila te diré una sola cosa que te sacará de todas las dudas. Vete haciéndote a esta idea querida: esta mañana has sufrido un infarto, estás muerta.
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