Desde que te fuiste me conecto duro a las veredas, me enrielo en el frió de los noctámbulos borrachos y le echo chuchadas a las estrellas en latín, sánscrito y copto. Camino insoportable latiendo como si yo mismo fuese el corazón de mi barrio nauseabundo y me infartara una, dos… mil veces, me infartara y extraviara la lógica de estos putos sentimientos señorita canina y salvaje. Puede ser que hasta apostara las clavículas, las muelas, las fisuras de las muelas, el recuerdo de tus besos, el sonido de mi carne hinchándose terrible en esta noche, esta prostituta noche, con tal de dos segundo suspender mi existencia y en el transcurso te perdieses para siempre, te traspapelaras en un recoveco muerto, te traslaparas en alguna muralla ni tan molida. Ladina tan ladina, te mueres de la risa si me viese complicado en el cuento de armar un chamullo y explicarme como es que llegaste a tocarme sin una vez siquiera acariciarme el cabello y no me di ni cuenta.

El corazón me tiembla