"Los infieles no cesarán de perseguiros con las
armas en la mano, hasta que os
hayan arrebatado vuestra fe,
si esto les es posibles" (Corán II:214)
- ¡ Apiádate Alá de tus adversarios!
- ¡ Apiádate!
- ¡ Defiendan tus fieles el libro increado!
- ¡ Defiéndanlo!
*********
Rey de Hieaux, imprudente como los niños ¿ no sabías que el poder sarraceno sería implacable con aquellos estúpidos intentos de conquistar sus dominios? Durante dos siglos, la paz labrada con años de piedad y diálogo fue el motivo de tu renombre, fuiste la frontera pacífica que otorgó equilibrio a nuestro mundo. Cristianos y musulmanes vivían en paz, tu fe era respetada, tus tierras labradas con nuestra tecnología y tus sacerdotes instruídos con nuestros escritos...hasta que los deseos de gloria y grandeza se apoderaron de tu alma.
- Señor, Hieraux atacará nuestras tierras.
Tu ciudad estaba rodeada por cinco murallas. Si, Hieraux: la invencible ciudad de cinco murallas. Era el deber de cada Rey construir una muralla nueva que defendiera la anterior. Durante diez años, jinetes y lanzadores de hachas fueron entrenados en secreto, las esferas celestes fueron testigos inmóviles de un gran sueño: extender Hieraux más del lago grande y alcanzar renombre en cada victoria sobre tus adversarios.
- Mi Señor, Hieraux ataca el norte
El Sultanato de Aridamán tenía dos murallas, una al norte y otra al sur del lago grande. Tu estrategia consistía sorprender por el norte a las fuerzas de Aridamán, pero los infieles son predecibles, nuestro Señor tenía lista una poderosa flota en secreto. Los ataques a las murallas del norte comenzaron una mañana primaveral, 350 jinetes atacaron la muralla con valor y bravura, bajo la cobertura de 263 lanzadores de hachas, las murallas aparentemente parecían ceder...
- Den la orden de ataque .
Aridamán esperaba tu ataque y respondió con una lluvia de flechas desde el castillo defensivo que estaba oculto por árboles gigantescos, las máquinas de asedio fueron despedazadas desde el castillo, las torres de guardia cubiertas, tus tropas caían fácilmente aunque siempre intentando dar batalla...
- Alisten los barcos, atacaremos por mar...
Tú respuesta, Señor del caído Reino de Hieraux, fue un ataque por mar. ¡Ingenuo! la flota sarracena interceptó tus galeras, 30 barcos de los tuyos y 56 de los nuestros, tu intento de movimiento simultáneo (un ataque a la muralla sarracena del sur) fue repelido. Tu orgullosa y preparada flota fue totalmente destruida, la costa totalmente desprotegida y a merced de los bombardeos sarracenos. A pesar de los ataques al norte, la cobertura marítima siempre frustró todos tus intentos. Tu último ataque, acaso el más osado, fue al centro de la ciudad, cerca al castillo central de Aridaman, 1500 jinetes tocaron las costas, luego de una distracción sarracena ¿Creías eso en verdad? Los cristianos son fáciles de comprar, por eso te esperaron dos ejércitos de 3000 hombres cada uno y de tropas combinadas...si, no supiste más de tus valerosos jinetes, no te preocupes...murieron con honor.
- Ahora les toca defenderse.
Mi Señor, el sultán Aridamán, comandó el ataque, se harían tres frentes simultáneos, el norte (comandado por nuestro Señor), el lago grande y el sur. La esperanza se basaba ahora en las murallas de tus ancestros. Una efectiva cobertura marítima hizo de nuestro avance en el norte implacable pese a los esfuerzos de tus tropas, aunque el castillo de Xirix al sur logró resistir el embate de nuestros guerreros mamelucos y sus cimitarras. Pese a este pequeña esperanza tuya, nuestro Señor avanzaría por el norte...
- ¡Ataquen!
Nuestras tropas combinadas empezaron el asedio a la primera muralla, entonces (debo reconocerlo) la desesperación se convirtió en gloriosa victoria ¡si así hubiera siempre en toda esta guerra de seguro habrías vencido! Bajo la cobertura de arqueros y guerrilleros de élite, tu caballería resistió el embate de nuestro asedio. A la izquierda, a la derecha, por los flancos. Las catapultas instaladas en la costa destruían a la tercera parte de nuestras naves, la cobertura marítima se acababa, la esperanza de desvanecía para nosotros.
- Avisen a la reserva ¡Apoyen a sus hermanos, Alá está con nosotros!
Entonces la reserva, que esperaba cautelosamente un tipo de ataque contundente de parte de tus tropas, inclinó la balanza del destino a nuestro favor, a los diez días llegaban más refuerzos por mar desde las tierras sarracenas. El valor de tus hombres no podría resistir mucho tiempo, aún recuerdo a aquellos hombres que morían gritando tu nombre y buscando tu gloria, 1000 jinetes de élite morían en nuestras manos, mejor dicho, con nuestras flechas y picas.
- Avancen hacia la ciudad...
Alá no perdona a los infieles, maldice a nuestro enemigos aunque no nos ordena atacarlos a menos que nos obliguen a pelear. Las catapultas de mi Señor Aridamán destruían pacientemente las cinco herencias de tus padres. Tus jinetes hicieron lo que pudieron, ocasionaron algunos estragos en nuestras tropas, pero no fue suficiente.
- Mi Señor, la última muralla ha caído...
La noticia a mi Señor le llenó de satisfacción. En el norte, Xirix había caído fácilmente. Así, atrapado quedaste: por el norte, por el sur, por el este. No tocamos a tus niños, ni tus mujeres, mucho menos a tus ancianos. Tu guardia de élite fue la última en caer y tú debiste morir con ellos...
- ¡Ya basta escriba! ¡Cuántas veces más debo escuchar la caída de mi Reino!
- Las que sean necesarias, son órdenes del Sultán, hasta que entiendas que no
volverás a ver la luz del sol.
- Mis aliados vendrán, el rey de Ritolia vendrá, vendrá...
- No te preocupes, le ahorraremos el trabajo, nosotros iremos hacia ellos, debo
guardar ahora mis textos de tu suplicio...
- Mis hijas, ¿están bien?
- Los que adoramos al único tenemos piedad de nuestros enemigos, descansa, ellas
están bien...
- ¡Dile al maldito de Aridamán que tomaré venganza!
- Imprudente, Rey imprudente ¿Eso les enseña el Dios en el que creen?
- ¡Déjame en paz! ¡Déjame!
- Nos vemos, Señor de Hieraux, como todas las mañanas desde que, hace cuatro
años, tu reino cayó para siempre.
|