En una mano,
de repente en la otra,
o quizás en las dos.
En el bolsillo,
luego en la boca;
solo un poco de sabor.
Y es que ahora son mis labios
de tus aromas, de tu color,
los que al día te robas
de mí, para mi dolor.
Cúrame todas mis heridas,
cúrame que ya por tí soy
una adicta a tus dulzuras,
a tu tacto, eso quiero yo.
Dame entonces el terciopelo,
esa seda de algodón,
que te guardas, que congelas
solo para tí, para nosotros no.
De durazno, de sandía,
de fresa o de melón,
quizás sin sabores, de repente sin color;
ya no importa de quien seas,
solo en una mano, o en las dos,
es a tí a donde yo vuelvo,
a tí, a tu sabor.
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