Mis palmas y mis yemas
fueron cojinetes
al caer
en el abismo de tus brazos
y las agujas de tus manos
fueron los espinos,
aretes de peñascos,
que amortiguaron mi caída
en el abismo de tus brazos.
Y al cazar el tiempo con mis manos
sólo cogí mi aliento en tu sonrisa
en la muralla del abismo.
Lionel Henríquez Barrientos. Enero de 1992
Texto agregado el 28-03-2004, y leído por 221
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Lectores Opinan
29-03-2004
Si uno se detiene a mirar las fechas de tu extensa producción, se descubre que en ti anida desde siempre la belleza. Versos que llevan música que se hace intensa con metáforas que sugieren un ir más allá de lo tangible. El alma siente gozo al adentrarse en la hermosura y descubrirte en otros tiempos es fascinante. Grande, Poeta. Estrellas y alegría de compartir versas de hace una década. FaTaMoRgAnA
28-03-2004
Y las frondosas ramas desdoblaron ese apasionado corazón en pequeños espacios de otras vidas, jejeje; seguír esta maravilla es un placer, besitos tocayo. AnaCecilia
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