Finalmente un pecado capital en donde todos en una oportunidad hemos caído...en la calle o por el teléfono
Este debería ser el pecado capital para los giles
que caen a montones de tiempo en tiempo.
Unos compran una aletargada isla paradisíaca,
otros un castillo en la antártica hasta con heladeras,
pero todos tienen algo en común
sacarle partido al dinero que les pica en los bolsillos.
El aguilucho que ronda por los cielos callejeros
tiene la vista y certero olfato para ver a su víctima
que con cara de huemul sale del banco contando
el dinero muy feliz y orondo pensando que todos
son santos y cantan a coro conjuntamente con él
todas las suertes de este mundo.
Pero aparece esa rapaz de caza con sus garras
extendidas y con un: ¿Me perdona caballero
tiene un minuto? Y sin más ni menos
lo agarra del brazo y desembucha su cuento.
La victima va abriendo los ojos a medida que
agarrada del cogote la sumergen en el pantano.
¿Y que pasó con el gil? Nada menos que es dueño
de una extensa Ínsula de Barataria cual Sancho Panza,
con la diferencia que no hay un don Quijote
que lo abrace y le diga que no fue el único en caer.
¿Y cual es la enseñanza de este cuento?
Lo que siempre nos decía mamá: No hables con extrraños
Nomade...sufriendo también
Texto agregado el 09-11-2007, y leído por 137
visitantes. (4 votos)
Lectores Opinan
21-01-2008
lo que dices es muy cierto...y recién ahora analizo por que....me pasó...lo viví...y más allá de hacer una crítica,tendría que lamentarme ...
canelaymenta
09-11-2007
Omeros tiene razon, pero hay que reconocer que el cuento del tio hoy en dia es toda una pesia en boca de los oportunistas poetasantafesino
09-11-2007
Bonita composición, pero ¿por qué no presentarlo como un cuento y no mentir acerca de que es poesía? Ayudaría a "leer a extraños". Omeros
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