Esta es la historia.

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Aquella mañana se levanto temprano, estaba muy soleado y la luz no lo dejo dormir mas, así que tomo un baño rápido y junto el dinero que le habían regalado en su cumpleaños y Salio a la calle, desde el principio su plan era ese, ir a la tienda comprarlo y traerlo a su casa, esconderlo en el fondo del closet hasta que llegara el momento de usarlo, nunca jamás pensó que tendría dudas o que desearía haber comprado el otro modelo que le enseñaron, era aun mas potente.

Cuando lo tuvo en sus manos, sintió el ansia de la bestia que sabe para lo que ha sido creada aun cuando no tiene inteligencia, ese nerviosismo de la pantera que trota en círculos en su jaula, que nunca ha conocido la pradera, pero que conserva encerrado en algún rincón de su ser el instinto, el que no dudaría en derramar sangre si la oportunidad se presentase.

Era frió e impersonal pero al mismo tiempo como una extensión de si mismo, lo movió para sentir el peso, era perfecto, balanceado y preciso y se acomodaba también a su cuerpo, no se necesitaba mas que verlo para saber que era esa su única posibilidad desde la creación del mundo.

Por fin llego el día y se sentó en lo alto del edificio, era un día claro, "se podía ver para siempre” . Entonces se maravillo mas aun, vio al primero en los ojos como si estuviera ahí, clic en un milésimo de segundo sangre en la frente, giro a la derecha y vio a la rubia, clic en un instante se torno roja la cabellera. Volvió a girar y alcanzo a ver al policía que corría espantado, clic y la pierna se partió casi al instante
luego la cabeza, clic otra vez en la sien del organillero que dejo caer su instrumento, muerto antes de oír la ultima nota.

Entonces puso toda de regreso en el estuche y camino tranquilo hasta su auto metió todo en la cajuela. Pero tubo que abrirla de vuelta. Era el instinto del rifle que llamaba por más sangre.

Jorge P. Guillen

Nov 2007