En mis brazos fuiste tesoro sin igual
y en ellos te estreche una eternidad,
para que nadie tocara lo que era mío,
para que nadie más probara la miel
que brota en sudor delicioso por tu piel,
mientras yo celoso te cubro con mi cuerpo,
porque tú eres fragmentos del firmamento
y cada noche corta mi suspiro la pregunta:
¿Quién no querría tener un pedacito de ello?
Texto agregado el 28-03-2004, y leído por 135
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
28-03-2004
¡Qué bonito!
¡Cuántos sentimientos encierra esta poesía!
Mis cinco estrellas y 5 besos. marimar
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