“El aire es un manjar para mi lengua.
Frescas masas que cruzan oblicuas, hacia arriba y hacia
abajo, saltan en silencio, brincan inocentes, rezuman,
desde el mundo movible...” (WALT WHITMAN)




Me aprisionan; hacen mares de mi cuerpo ondulando por las calles. Soplan instantes y memorias en un vuelo de planetas y sentidos. Así el tacto se reduce a los axiomas de mis poros como un lenguaje mudo; la realidad se hace palabra; postulado; drama, antes de caer vertiginosa sobre mi sombra. La vista se deshoja en cálidos pistilos de endemoniadas flores que nutren con aromas estos ápices de felicidad. Bajo las mieles disfruto el dulce paladar entre la carne; oigo los pasos de tu callada piel que se acerca como un lago solitario. Te huelo; me transformo; aspiro el polen de tu cóncava silueta, mientras mis manos se sumergen dentro de esas mismas aguas... Así te quiero, ascendiendo en espirales hacia el mundo o en una carcajada que flota entre los dos; pequeña herida de nostalgia que se ha quebrado en mí...

Ana Cecilia. ©