La muerte cambió de dirección y se instaló en una amplia avenida muy oscura y tenebrosa, era de dos niveles su nuevo local donde tenía también su hogar, debajo de uso familiar y arriba instaló su pequeña oficina donde recibía todos los pedidos que les llegaban día tras día.
La muerte por los siglos había vestido una solapa negra, con un sombrero de bruja que le cubría casi todo el rostro, pero su esposa desde hacia tiempo le estaba exigiendo que cambiara de apariencia para que fuera un poco más agradable para la gente, razón por la cual cambio el color de la solapa por una blanca y la hoz la redujo de tamaño significativamente.
Un día bien temprano le llegó con carácter de urgencia un pedido solicitando al Sr. Pedro Alegría, se detuvo un buen rato observando el pedido y no vio la razón por la cual lo solicitaban con tanta urgencia, aunque había una nota al pie del pedido que decía: ESTA ESTAFANDO A TODOS.
El pedido estaba fechado para el día siguiente a la 600 p.m. Y describía los lugares donde frecuentaba el Sr. Alegría con lujos de detalles.
Pedro era un bandolero de alante que usaba el pelo largo y vestía siempre de blanco por promesa, no le agradaba la idea de morir e incluso infiltró un espía en la oficina de la muerte para que lo mantuviera informado en caso que su nombre sonara en dicha lugar.
El soplón le comentó a Pedro de inmediato todo lo que pasaba y el Sr. Alegría se asusto en gran manera y se puso en alerta retando la mismísima muerte.
Pedro había engañado a muchos y ahora se proponía engañar a su más fuerte adversario, de inmediato se raspó la cabeza, comenzó a vestir de negro y se puso gafa oscura que nunca había usado y se fue a esperar la 600 p.m. en un club de billar donde nunca había visitado, de hecho detestaba el billar.
A la muerte se le hizo tarde para buscar a Pedro y salió de su oficina faltando 20 minutos para la 600 p.m. y se dirigió a toda prisa para la gallera más cercana donde sin falta estaría su victima, se le había dañado la patineta razón por la cual se fue caminando, pero en el camino le salio un rabioso perro ladrándole sin motivo alguno, la muerte le tenia un pánico garrafal a los caninos y salió huyendo como un loco, todo sudado se refugio dentro del billar, el mismo donde estaba pedro y el perro se quedó en la puerta esperando su salida, no hubo forma de salir, la muerte estaba muy furiosa con la situación y faltando 3 minutos para la 600 p.m. decidió sentarse en un banco a lamentar su fracaso, pero dijo:
-Si a la 600 p.m. no he podido salir de aquí juro que me llevo a aquel calvo que está allí sentado vestido de negro y con gafa oscura. |