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¡Abre la puerta Ernesto!
Sabía que aquí te encontraría. Siempre te has refugiado detrás de esta puerta que ha sido también refugio mió.
Esta puerta que te vio entrar cuando llegaste a este mundo, la misma que se abrió por las mañanas soleadas para salir en bicicleta y se cerró por las tardes de lluvia y juegos infantiles.
Ella nos escondió de fechorías y travesuras, de Julieta la solterona que nos perseguía con un chilillo por jugar en sus geranios y del perro de Don Joaquín inocente blanco de nuestras piedras certeras.
Por ella salimos al mundo a buscar fortuna y aventura y a ella volvimos con el alma llena y los bolsillos vacíos. En ella risa y llanto, sol y luna, tempestad y calma, lealtad y traición.
¡Cállate! ¡No llores cobarde!
Porque frente a esta puerta te presenté a Claudia, mi luz, mis ojos, mi vida y detrás de ella me traicionaste robándote mi alegría.
Esta puerta que te vio entrar cuando llegaste a este mundo, la misma te verá salir hoy, el último día de tu vida. |
Texto agregado el 08-11-2007, y leído por 84
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