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Inicio / Cuenteros Locales / mariazul11 / JUAN QUÉ ME IMPORTA

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Lo conocí aquel verano en el que tanto necesitaba reírme y él fue el medio para lograrlo.

Desde el principio presentí que iba a ser un enigma, cientos de preguntas quedaban sin

respuestas ante su imperturbable serenidad. El misterio que rodeaba su persona me fue

atrapando irremediablemente, su autodominio, su dar sin darse demasiado, su limitado

compartir. Yo, que soy de abrir el alma, me sorprendía copiando sus actitudes, me reprimía.

Su casa ordenada, pulcra, sin nada fuera de lugar era su perfecto reflejo como lo eran sus

prefijados horarios, su rígida rutina, sus estructuras inamovibles.

Mi interés en él fue creciendo y comencé a sentir la ineludible necesidad de descubrir qué

se escondía detrás de ese equilibrio que me crispaba los nervios, o al menos aprender la

fórmula para alcanzarlo. Totalmente independiente, autosuficiente en su soledad, para mí

representaba mirarme en un espejo al revés. Fantaseando llegaba a preguntarme si en

esa figura humana había sangre, había vida. En fugaces momentos pensaba que sí pues

tenía una enorme capacidad para disfrutar del sexo. No importa su nombre, yo lo bauticé

“JUAN QUÉ ME IMPORTA”.

Nos veíamos regularmente hasta que se produjo una ausencia de dos o tres días.

Reapareció telefónicamente comentándome que había estado enfermo. Yo pensé ¡Aleluya,

Ésta es la mía! Me ofrecí - siempre ofrezco - llevarle un excelente remedio para su

congestión, aceptó a regañadientes, lo que me obligó a concurrir a la farmacia para

averiguar cuál podía ser. Cuando entré en su casa lo encontré perfectamente prolijo ¡hasta

era prolijo para enfermarse! Me pasó por la mente mi cocina desastrosa, mi desamparo, mi

uniforme de enferma (soquetes, un pulóver encima del pijama) mi cara desolada, mi

impotencia, el miedo a ser despedida aunque el termómetro marque 39°. Fui en plan de

samaritana; quería dejarlo limpio, medicado y fortalecido, pero curiosamente terminé

cenando algo que él mismo preparó, luego de lo cual me agradeció mi visita y me fui con la

sensación de estar enfermándome.

Luego de otros fracasados intentos continuaba pensando con envidia “no tiene mujer, ni

hijos, ni familia, nada lo ata y está en perfecto equilibrio ¿cómo hará?”

Una tarde lo vi sentado en un bar, llenaba carillas, su cara era diferente, traslucía dolor,

pérdida, sufrimiento y... ¡lloraba! ¡JUAN QUÉ ME IMPORTA podía llorar! Él lloraba y

yo, paradójicamente me sentía magnífica. Estuve mucho tiempo observándolo hasta que
decidí acercarme. Al verme su expresión cambió, guardó nerviosamente las hojas en el

portafolios y en un segundo volvió a ser el mismo. Pensé que la escena anterior había sido

un sueño. Su risa contagiosa, su fino humor, el gesto amable, su habitual serenidad. Otra

vez JUAN QUÉ ME IMPORTA.

Él ya formaba parte de mi vida pero el misterio seguía sin develarse. Ya estaba resignada y

hasta dudaba que la escena del bar hubiese sucedido. Una noche en su casa,

mientras él ordenaba papeles en la cocina, entré en una cuarto repleto de cosas. Cuando lo

advirtió se puso notablemente incómodo.

-¿Esto es lo que buscabas?- preguntó agresivamente. No pude emitir palabra, ese cuarto

era un absoluto desorden, lleno de polvo, objetos encimados, fotos tiradas en el piso,

parecía como si hiciese años que alguien no entraba allí. Cerró la puerta con llave y

tiernamente me tomó de la mano. Nos sentamos en el sillón del living y el silencio se hacía

eterno. Tomó mi mano y la besó.

- Sé que buscás mi alma hace rato pero ella está encerrada en ese lugar, yo lo decidí así y

ahí seguirá. Es mucho más fácil -

Pasaban las semanas y el episodio de esa noche nunca más fue mencionado. Desistía ya

de poder hacer algo más cuando una tarde en que llegué a su casa más temprano,

impulsivamente decidí tomar la llave del cajón y entrar en la habitación. Mi cuerpo

temblaba y no podía dominarme, el olor a cerrado era insoportable. Abrí las ventanas y

comencé por las fotos, Lo vi sonriente, abrazado a una hermosa mujer con un bebé en

brazos, lo vi chiquito tomado de la mano de una señora que supuse sería su mamá, lo vi con

un hombre grandote de actitud posesiva, lo vi con compañeros de escuela, con grupos de

amigos. La expresión de su cara era totalmente diferente a la que yo conocía. Apilé las

fotos con sumo cuidado y las dejé a un costado. Encontré entonces arrugados recortes de

diarios: “Accidente fatal. Muere una mujer y su pequeño hijo. El marido se encuentra

grave”. Fotos de un auto destrozado, su nombre. Sentí frío. Acomodé los recortes encima

de las fotos. Encontré las cajas, una llena de juguetes, otra con ropa infantil doblada

cuidadosamente; papeles, documentos y decenas de hojas escritas desprolijamente. Aunque

me daba cuenta que estaba invadiendo su intimidad leyendo frases que encerraban una pena

y un dolor inmensos, no podía dejar de hacerlo. Con gran esfuerzo y un terrible sentimiento

de culpa, estaba por abandonar la habitación cuando él llegó. Se enfureció, comenzó a tirar

las cosas por el aire, rompiendo algunas que antes miraba. Me insultó, me echó de su casa

pero no me fui, no podía moverme. Frenéticamente metía las cosas en bolsas que luego

llevaba a la calle. Lo único que guardó fueron las fotos y algunos documentos. Yo iba tras

él, parecía poseído. Me miró con odio.

- ¿Qué hacés acá todavía? Te dije que te fueras - No respondí, lo seguí al baño. Estaba

pálido, vomitó tomado de mi mano, Lo ayudé a incorporarse y lo acompañé al dormitorio.

Lloraba como una criatura abrazándome, desesperadamente murmuraba nombres, hablaba a

borbotones. Cuando por fin pudo relajarse se quedó dormido. Me recosté a su lado y

también me dormí. Al despertarme ya no estaba. Lo encontré sentado en el sillón del living.

- ¿Por qué hiciste esto? ¿Cómo hago ahora? - Parecía vencido.

- ¿Cuánto tiempo hace que pasó? -

- Cinco años. No pude afrontarlo ni puedo hoy. No quiero creerlo. No puedo -

- Tal vez éste sea el comienzo, tal vez hayas perdido mucho tiempo pero que es hora de

enfrentarte con la verdad -

Texto agregado el 08-11-2007, y leído por 94 visitantes. (0 votos)


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