Me voy a quitar la piel y los vestigios de la primavera extinta de tus besos, porque no puedo esperar sin horizonte que germinen tus flores asustadas.
No quiero amarras, pero ante el frío espero un ancla que ahogue, un lazo dulce que me escampe las lloviznas y me arranque las ansias de tocar la tierra descalza, no quiero ya quemar a nadie de rodillas ni matar con espadas el silencio, mi alma está buscando su horizonte.
El tira de los hilos invisibles que nos unen y me desgaja a mi que no soy tan alta y a pedacitos me sorbe el seso como si bebiese flores.
Tengo cajas y baúles llenos de fragmentos acumulados, meciéndose en el polvo, ramas y flores de otras plantas ajenas que debí dejar crecer en islas que hoy tienen candados en la puertas.
Déjame que duerma y que te extrañe, pues la noche es una droga feroz que no descansa, ¿acaso no quiere tu alma que le toquen el cabello?
Hoy, sin luz pero con nubes, estoy más abierta que un pozo, es la búsqueda y el sino, la mirada que se pierde justo antes del amanecer, nada hay que me ate, que me deje cerca de tu sien, ni un porqué, ni un cuándo, ni un cómo… nada…
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