Sueños, sueños y sueños...aquellos errantes caminantes nocturnos que merodean nuestras oscuras mentes, que se deslizan incansablemente cada noche, cada día, cada instante.
Aquellos sueños no son cualquier cosa, son sabias personalidades que, a pesar de ser juguetones como niños, saben dejar sus huellas en aquella perdida memoria de cada quien. A veces esas huellas nunca serán descubiertas ni por la más astuta de nuestras mentes, no obstante otras toman vida en la realidad de nuestros vigilantes pensamientos...
En ocasiones aquellos más profundos sueños invaden fugazmente la tranquilidad de nuestros días. Son intrusos especiales, intrusos inteligentes que confunden nuestros verdaderos recuerdos con borrosas imágenes y sensaciones...
No tengo la seguridad de que mis sueños sean propios, tal vez tú también eres su dueño, o tal vez los sueños son dueños de nuestras mentes, ellos nos manejan, nos acorralan, nos proporcionan un inmenso abanico de emociones, a veces indistinguibles; nos asustan, nos avergüenzan, tienen la virtud de deleitarnos con su belleza, hipnotizarnos con su lujuria y derribarnos como un juego de bolos. Es así, así es, ellos son los emperadores de nuestras mentes, día y noche, año a año, imagen a imagen, recuerdo a recuerdo.
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