Nadie
No Me quiere escuchar y el papel no soporta el peso de la tinta ni de mis letras
El aire me reclama la culpa por la muerte del último suspiro del agónico anciano
Y la luna no sale, pues estoy mirando por la ventana
Aunque me oculte tras la cortina
El silencio no se rompe con mi grito
Ya que soy inerte y a ratos no existo
En este manantial de vida
En el patio de la muerte soy una piedra
Y bajo la lluvia un estorbo para la flor seca...
Alma agonizante de la perdición
Perdida entre fuentes donde esclavos lanzaron escupos y dejaron incluso de creer en Dios
Pérdida de la fe, sangre de la herida que no sana
ensordecer de las aves, en el edén... la culpable manzana
Nadie, es más que yo
Y se marchó a ser alguien para que me deje de decir que no me quiere escuchar nadie
Humo de un incendio, estragos y escombros desde el terremoto que acaeció con mi nacimiento
Fallecer de una esperanza, poción y cianuro
De la magia contraria a la libertad que se vendía como las palomas blancas
Mensajes de un cinismo colectivo y la culpa de seguir vivo
Nadie
Ha leído con real aprecio los insomnios de la materia en la nada, ese era yo
Hasta que supe que nadie
También me detestaba...