Hoy te recuerdo. Tu imágen calma y serena. Tus saludos a mi infancia. Tu amor extraño pero incondicional.
Te recuerdo ahora más que cuando te sentabas entre nosotros con aspecto serio y rescatabas una broma de nuestro extrañamiento.

Te recuerdo como amigo. Pero sin tiempo para la amistad.
Te recuerdo como solícito, siempre y por siempre.
Te recuerdo como quien salvó mi vida, más de una vez. La mía, la de mis padres, las de los míos. Los tuyos.

Te recuerdo enojado, por todo. Cascarrabias y recto. Ordenado pero molesto.
Te recuerdo estratega. General de las batallas, las batallas de los afectos. Luchando con decisión y bravía contra los designios caprichosos de tus protegidas víctimas.

Te recuerdo guerrero. Como nunca conocí alguno. De pecho de carne pero alma de acero. Te recuerdo estóico ante tus heridos camaradas, protegiendolos de las garras de la feroz dama.

Te recuerdo hermano. Hermano de mis padres, y de sus hermanos.
Te recuerdo compañero de sus causas, de sus problemas de sus angustias y penas.

Y te recuerdo, te recuerdo bravo.
Y te quiero, mi Tío Pedro.