Yazgo
como una manta más
sobre mi cama
la almohada
sobre mi cara
también descansa
y te recuerda.

Mientras
miles de inviernos
caen sobre mis párpados
y yo sigo despierto
aunque muerto

Me arropo
me envuelvo en mi dolor,
sudario de lagrimas,
me alimento del rencor
y la melancolía
por no sentir el frío
de la mañana
mas allá de las persianas,
mas allá de mis murallas.

Un rayo de luz,
una nota de esperanza
vibra en el aire
difusa, fugaz, perecedera
y yo trato de atraparla,
sin darme cuenta
que mis torpes dedos
rompen su armonía.

Una palabra,
una sonrisa,
una caricia,
solo la magia de las pequeñas cosas
puede despertarme
de mi eterno soñar,
de mi eterno vagar.

Llanuras de ceniza
han quedado atrás,
pero aún se enreda
en mi pelo la tristeza.