Tal vez tu piel esté aprendiendo a callar... ¡ qué bien!
Al fin los secretos quedaran guardados... que triste que en tu piel, no en los amaneceres, ni en los atardeceres
Pero está bien, que llore tu piel, una vez a la semana o una vez al mes...
Y mientras, ríe mi piel, renace mi piel, bebe soles de otoño y no se quema
Mientras todos giran bajo el agujero del cielo, yo me escondo de los demás
Para que no me quemen ni me toquen, para mantener exenta de mas colores de los que quiero tener... pero tal vez tu piel esté aprendiendo a disimular los gritos
Quizá nunca aprenda a callar, si no callas ni tú,
¿Es posible que la pobre capa de tierna vida calle tus deseos que más que deseos son delirios de tacto y sabor... en resumidas cuentas... yo?
Que buen disimulo si puede callar... pero en las auroras puede que llore
Y que vas a hacer entonces, si luego sangra, si quedan heridas, grandes llagas
Que enmudecen tras la piel, pero si no dejas ni que gotee, para que sea la inexpresiva y patética vida que llevas sobre tu hombro?
Mira como grita mi piel, ayer dejé que lo hiciera, y de la ira que tenía por la distancia, entre otras cosas, rompí el cristal que reflejaba tu ignorante forma de callar, y sangré, lloré, le dí una ducha salada a mi piel, y mira que bien le hizo reencarnarse en vida, aferrarse lentamente a mí y no dejar que se desprendiese como el destino de tus caricias extrañamente secas, porque el silencio absoluto lo hiciste imperial en el reino de tus ganas, de tu fuerza, de la forma que tienes y ahora tu piel calla,
lo que la mía comienza a gritar...
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