Botas en mi pasillo

Me siento en ese cuarto frente a mi plato solo. Veo las cuatro paredes avanzadas por la humedad y grisáceas por el tiempo y pienso que es el único lugar acogedor dónde aún puedo sentirme seguro. El cerrojo de la puerta, las sábanas revueltas y el reflejo de la luna en el piso que cubre con una luz espectral la habitación, los gráciles movimientos de las ramas del árbol en la ventana y los tenues pasos por el pasillo. Alguien se acerca evidentemente, me alejo de la puerta caminando despacio y me escondo tras la cortina raída. Tengo miedo, pienso si me tocará a mí ahora. El sonido de los pasos se hace cada vez más fuerte, son botas. Un grito de auxilio ahogado en mi temor se hace presente, los pasos se detienen. Se me eriza la piel... y el silencio sepulcral lava mis pensamientos... parece el tiempo haberse detenido el agudo clic de mi reloj de muñeca. Así transcurren los últimos segundo de mi vida o por lo menos eso creo yo. Envuelto en la anarquía y destruido por dentro recojo la botella de junto de mi cama... huele a alcohol e incorporo con celeridad todo su contenido... las botas ahora se alejan con los gritos por mi pasillo. Paso los dedos por mi pelo y repienso mi situación... mi uniforme naranja no me delata pero no cubre los rasguños en mi conciencia, será este le momento indicado para dejarme destruir por las ambiciones de paz de otros, o será el momento de combatir con todo lo que me queda todo lo corrupto que me rodea... hoy aún no lo sé.