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Llegamos frente al portón de una casa grande, grande como las casa de la gente que tienen mucha plata. Mamá acababa de tocar el timbre y su ding-dong me hizo recordar porque estábamos ahí.
El camino entre el portón y la casa se me hizo largísimo, mis pies me pesaban como si en vez de zapatos llevara ladrillos. Entramos a una salita con tres sillones de bambú y adornada con pinturas elegantes en las paredes. Al final de la salita una ventana nos mostraba un patio enorme donde jugaban algunas muchachas y muchos bebes.
"¿Puedo ir a jugar papá?" – pregunté
"No amor, no es hora de jugar es hora de esperar." - contestó papá.
Esperamos, esperamos, esperamos y después esperamos aún más, hasta que desde una puerta al final de la salita saló una señora alta y delgada de las que apuntan con su nariz hacia el cielo y nos miran desde arriba como si les doliera el cuello.
"Pueden pasar" - dijo con voz de ceremonia - "él los está esperando".
La hora había llegado, sentí un frió que me subía desde los pies hasta la cabeza y mi corazón saltaba para evitar congelarse. ¿Y si es muy feo? ¿Y si es gordo como un globo o flaco como un hilo? ¿Y si tiene un solo ojo o dos narices o cola de mono? Peor aun: ¿si quiere robarme a mis papitos?
¡No lo voy a permitir! voy a defenderlos como se defiende un castillo y voy a... voy a...
Entonces lo vi, era un niño pequeño, creo que tenía dos o tres años, con el pelo tan lacio que parecían agujas y dientes de castor. Estaba vestido como para ir a una fiesta pero tan aterrado como yo. Me miró con sus ojos grandes y negros como la noche y me regaló una sonrisa que me calentó por dentro y deshizo el hielo en mi corazón.
"Pueden salir a jugar" - dijo la señora con su nariz aún buscando el cielo - " aquí vamos a hablar cosas de grandes".
Jugamos toda la tarde, yo por supuesto me asomaba a ratitos para ver que mis papás se estuvieran portando bien.
Pasaron muchos días y semanas, calculo que mil años antes de que aquel chico llegara a vivir a nuestro hogar, pero se trajo sus grandes ojos, su sonrisa y una chispa que le dio una nueva luz a nuestras vidas. |
Texto agregado el 05-11-2007, y leído por 96
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Lectores Opinan |
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06-11-2007 |
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muy lindo!!me isistes acordar de mi viejo que siempre habia que pedir permiso esta muy bién redactado5* Mischel |
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05-11-2007 |
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Me gustó tu cuento. No adivinaba por dónde iba la cosa, casi hasta el final. Me gustó la narración desde la voz del niño, cosas como "para ver que mis papás se estuvieran portando bien", que refuerzan la perspectiva del narrador infantil. También cómo manejaste el suspenso, sembrando imágenes y pistas que terminan de recogerse en el final. El título termina de cerrar el círculo. Muy bueno. abrakadabra |
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