_El Abdominal Hombre de las Nieves (Neo Yeti)_
Pero mirá la “zapán” que he criado...- le reclamé al espejo. Así me desperté hoy. Me fui hasta el comedor, donde todavía yacían los restos de pizza de anoche. Levanté uno de los cartones y el traslucido grasiento se había pasado al mantel. – Claro con éste régimen, como no.- Prendí la tele y casualmente en unos de estos programas de la mañana explicaban como era el asunto del metabolismo y del porqué de si me como dos lechugas al mediodía y una manzana a la tarde... todavía peso sesenta quilos. Tiré todos los cadáveres de la juntada de anoche. Entre cartones, botellas vacías fueron también aceitunas y porciones intactas. No estaba precisamente de buen humor. Hoy mi panza me incomodaba. El programa de la tele siguió después con un comercial de unas fabulosas pastillas que prometen milagros, pero eso sí, tenés que lastrarte un asado de tira entero, con achuras, postre y vino, sino las pastillas no funcan(¿?).
...¿Cómo que no le dio resultado?, ....¿Qué siguió las indicaciones y ahora pesa cuarenta quilos más?, ....no, la culpa es suya, no comió suficientes veces al día... ¿ah sí?... ¿las veintitrés veces?... no, el problema es que usted no terminó de leer el instructivo... ve, acá... donde dice que no se recomienda para los que pesan más de setenta quilos... el metabolismo no es igual, vio... y sí, es que usted no nos explicó bien... usted lo que necesita es este otro producto el...“EatYourselfAndYour FamilyWithThisPillsIncludedAndSalt”, un magnífico componente para todas sus comidas, usted tiene que comer todo lo que le gusta y después se toma dos pastillitas o tres y a dormir la siesta... ¿componentes?... bueno creo que eran Taurina, Efedrina, Clorohidrometafasotitina y la Tíacristina... sí, vaya tranquilo... mire entre nosotros, si algún día se le pega la comida a la olla, diluya dos pastillitas en agua y se lo echa, sale el pegote en el acto... llévelo por tan solo 200 pesos, sí y de regalo le damos una balanza chatita y atada a ella una pistola calibre 38...
Me vestí para ir al laburo y sentí que no me entraban ni las zapatillas... – A correr tengo que ir, ésta misma tarde... o mejor al gimnasio, sí y me hago 9.871.363 abdominales... o mejor nadar, o mejor...- . Cavilé un rato y opté por la mejor, ir a laburar. En el micro subió todo tipo de gente pero más aún estudiantes. Pibitos y pibitas, peinados, pintados, con unas mochilas negras rotosas, sucias, con carteles de Metallica, Iron Maiden, Muerte, Sangre y que-se-yo cuanta huevada darko, pero eso sí, colgando de un bolsillo un peluche de un patito, Bob Esponja en llavero o colines de colores. Es un tanto indeciso, pero en honor a la verdad, explica lo que tienen, y yo tuve, en la cabeza en ese momento: nada y todo a la vez. Aún así lo que más me llamó la atención es el look.... flacuchos, flacuchos, fumando desde los doce, agarrando el pucho de las formas más raras, caminando de las formas más raras. Ya no me sentí gordo, me sentí un anciano de 1715, con capa, espada, y sombrero con pluma. Lo curioso fue que al bajarme todos estos “niños” me miraron como una cosa rara cuando guardaba el libro en la mochila, -Sí yo leo en el micro, no llevo música rara colgada de los oídos ni voy pensando en como cometer un genocidio escolar para vengarme de todos los que no me comprenden- me grité a mí mismo sintiéndome avergonzado y bicho raro. –Es que tengo que comprarme ropa nueva, este pantalón tiene muchos años y las zapatillas también, y el buzo está muy sano, tengo que agujerearlo...
Llegué al ciber, donde laburo, mi compañero dejó la tele prendida. Estaba el mismo infinito programa matutino. Ahora haciendo el “body painting”, en una mina con tremendo tujes y habían llevado a un flaco (literal), que se le marcaban todos los huesos y en especial los huesos con forma de plancha de ravioles que tienen algunos en la panza.
-Cuánto pesa ese, ¿veinte?-, -no, pesa menos, veinte con retención de líquidos y habiéndose clavado un desayuno americano hace un rato-. Ésta fue la conversación de dos clientes, embobados con la tele. Uno compró dos atados de puchos –Esta noche salimos con los chicos a bailar y quiero tener provisiones-, me dijo; - me llevo esta gaseosa “light”, las otras hacen re mal... ah, y dame, éste chocolate, para la depre...- me dijo la otra.
Consumimos de todo, no solo alimentos, cigarrillos, golosinas, sino también mitos. Muchos mitos. Y no me refiero a las pastillas que adelgazan, las boquillas “menos-mal”, las gaseosas “sanas” (ahora se llaman “Aguas saborizadas”). Me refiero exclusivamente a la propaganda, el comercial-basura. Te venden que el “pucho es perjudicial para la salud”, pero por culpa de la ley 24.444. La culpa es de la ley, artimaña para que no te parezcas a Antonio Banderas, que con toda la facha que se carga y tendría todas las minas aún que se estuviera clavando un chori a la salida de la cancha, chivado y en cueros. Por eso vas a un boliche y te fuma hasta la promotora de “Vida Sana”, el club para dejar de fumar, perdido en el medio de la montaña. Y fuman porque “se ve bien”, ¿o no?. Es mejor accesorio que el último anillo, la mejor remera con la cara de Maradona, o el celular que saca fotos y te maneja el auto si estás borracho. Todos somos esclavos del “se ve bien”.
Y sin la “panza”, también te ves bien. Primero te convencen de que sos muy feo y que nadie te va a pasar bola, porque ya te pareces mucho a una. Y te envenenan de la peor forma, mostrándote a la mina más linda o al flaco que te encanta (la hueca, calladita y el cara de gil, peinado para el costado) que solo se dan masa entre ellos. Te meten en la cabeza que si no sos como ellos, estás en el horno. Y es curioso, porque en realidad, los “modelos” (de qué no sé, pero así se llaman) son gente con facciones bellas, minas muy bonitas (en la sencillez del conjunto) y flacos muy estilizados (con cara de mina, bah); y sin embargo nunca escuché de un Desagrandador de Cabeza en pastillas, ni un Desboludizador de Caras en jarabe. Tenés cirugías, de tetas, culo, de nariz, y otros etcéteras, pero nada de consumo masivo como el Bajadetamañoelculoentansolotresdias-System. Me parece que radica en el creer que como la cara de nabo no se cambia tan fácil, lo podemos tolerar, pero la panza, el culo, no. Andá metete a saltar en un gimnasio, salí a trotar, hacé la dieta del “Mono Rwandés”, pero eso sí, pagá. Garpá el gimnasio, el equipo de calzas y zapatillas de correr y comprá las pastillitas para no comer o la línea light del fulano ese que te dice que comer, pero no te dice como hacer para pagar un tratamiento que te cuesta lo que una operación para cambiarte de color la piel (-sin comentarios-).
El resultado de esto: una enorme generación de gordos, feos, bebedores de gaseosas que no hacen mal pero que saben horrible, que cuando se den cuenta y vayan a reclamar, - Pero vos me dijiste que...-, va ha ser tarde. El gordo se autodetermina a creerse un fracasado hasta que no pese cuarenta quilos. Pero los convencidos de que nadie los quiere, terminan matando unos cien, ciento cincuenta escolares con una ametralladora que compró de otro que también quiere vivir de las desgracias ajenas.
En definitiva, los nuevos”traficantes” de hoy, son los que buscan al joven del 2000, no al “metrosexual” ni a la modelito que almuerza media manzana, sino al verdadero Yeti de hoy, al que quiere pero no puede, ni va a poder nunca. Los mismos que hoy te venden lo que te adelgaza, son principales inversores de alguna cadena de comidas, y seguro que están con la idea de ponerse una agencia de modelos.
La cuestión no está en sacar líneas de productos más controladas o censurar las propagandas, la cosa está en cada uno de los que no se contentan con su cuerpo. No alcanzas la plenitud del asco por tener un defecto, físico, de hábitos o lo que sea. No hay que querer tener esos abdominalitos trabajados, ni andar vomitando por la gracia de la estética, repítelo: “me encanto como estoy y así me parece que tendría que ser para todos”. De hecho te transformás en un ser abominable cuando fuiste uno de los “nuestros” y pasaste a ser uno de “ellos”, el resentimiento hacia los que no queremos seguir esos pasos es enorme.
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