Odio el olor a sal y aceite penetrante que viene de la cocina. Intento pensar en otra cosa... En ayer, por ejemplo. En todo lo que pasó ayer. En eso que se alargó hasta esta misma mañana y me dejó un sabor intenso en los labios. Ya no te presiento. Ya no... Dormiste a mi lado. Me abrazaste. Y nos quedamos así, quietos. Dormidos. De vez en cuando me sobresaltaba algo. Un gato por encima de la cama...
Texto agregado el 04-11-2007, y leído por 140 visitantes. (1 voto)