Me involucré finalmente en la secta del fin del mundo. Su lugar de reunión se situaba en el norte chico de un país llamado Chile, que justamente quedaba al fin del mundo.
Desde el primer instante lo noté. su forma de caminar, de mirar al cielo con ojos añorantes, sus claves, sus símbolos y ademanes colectivos, todo indicaba que ellos eran....y yo los había encontrado.
La historia no podía engañarme: Hace algún tiempo ellos habían llegado desde el oriente y se habían diseminado en una diáspora silenciosa cuyo fin era la colonización y la obtención de recursos naturales...a cualquier precio.
No obstante, algo en el trayecto falló. Los híbridos de occidente lograron reconocer en ellos al enemigo. Un milenario odio místico los alentó a acabar con la mayoría de los invasores.
En ese entonces floreció en el planeta el progreso, la fraternidad, la civilización.
Luego llegaron las carreteras, los medios masivos de comunicación, las bolsas, las armas masivas. Esa fue su venganza.