Se levanto con el hastío que da la monótona vida de alguien que no tiene un sentido, que no tiene momento alguno para sentir su respiración, que vive a través de una atadura que no sabia romper.
Cada noche se acostaba sin sentirse, sin percatarse que en ese momento su existencia perdía sentido para su dueño.
Alguien le había comentado que siempre era posible separarse de quien lo ataba a uno, que la mejor hora era la noche porque todo estaba en silencio y porque todos estaban durmiendo. Era fácil tender a un maquiavélico plan para deshacerse de su vana vida, pero debía destruir a su dueño.
Planeo todo cuidadosamente, siguió como todos los días los pasos de su dueño, como siempre sin que se percatara de su presencia, detalló cada sonrisa, cada gesto, cada palabra, ya que nunca lo había hecho por tener los ojos cerrados, sabia que de esa noche no pasaría.
Iba a llegar la noche donde al fin las alas de la libertad se abrirían y saldría volando por fin.
Llegaron a casa, y aun no se daba cuenta que siempre estuvo acompañado, entro a su habitación con su frecuente rutina. La luz encendida, la sonrisa de la libertad, apago la luz y PUM!!!!
Fue libre, al fin fue libre, la triste sombra que no quería vivir más y que cada día nacía con la expectativa de ser útil al mundo, pero que cada día, fue ignorada y asesinada por su dueño cuando éste apagaba la luz de su habitación.
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