Mis ojos se abrieron al despertar...
inspiré el aroma fresco de la primavera.
Eran de esos días regalados, vivos, había tanto que agradecer....
Su frescura me abrazaba, cual ramas a su árbol
Las flores me ofrecían, sus explosiones de color,
La hierba húmeda era digna de caminar, con las gotas de rocío.
¿Te das cuenta que no hay uno sin dos?
Comencé a caminar descalza,
De compañía...un ligero vestido de gasa blanco y una rebeca.
Decidí coger el camino y andar hacia la playa,
inspirar ese aroma fresco,
ese perfume de salitre, que me llena de vida...
Ir a la orilla del mar temprano,
contemplar las suaves olas que se mecen para despertar a el mar,
Ese mar que durmió hoy tranquilo bajo la espléndida luz de la luna.
La orilla...testigo de su balanceo,
su fina y blanca arena
Acariciada cual suave piel, por mi mar Mediterráneo.
Las gaviotas con su sonoro chillar,
El sol, asomando su intensidad allá a los lejos, por la línea imaginaria del horizonte.
Descalza comencé a jugar con aquella suavidad que quería mojar mis pies descalzos.
Empecé a elegir piedras de distintos tamaños y colores,
caracolas de esas que están formadas de nácar en su interior,
recordar por unos instantes que de niña solía hacer lo mismo.
Caminé y caminé, hasta reponer esa fuerza vital que me ofrecía
Y regalaba a diario la naturaleza.
Hoy respiré hondo y fuí feliz.
27/03/2004
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