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El teléfono que me guiña el ojo
y tu no llegas ni siquiera en el aire.
Yo fumo como siempre
y el teléfono se burla de mi espera.
La absurda espera.
La que me inmoviliza a violar tus leyes,
la que me bautiza de paranoias,
la que se ríe de mis sueños contigo.
Otro café, su correspondiente cigarrillo.
Abro la ventana y respiro de este noviembre,
parejas que se besan y se dicen mentiras.
La carcajada del teléfono
termina por hundirme en el sillón.
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Texto agregado el 02-11-2007, y leído por 112
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