Es raro un sentir turbio, es como esa primera lluvía que cae en otoño cuando empieza la rotación de las hojas y el recursivo paso eclíptico de las soledades (sombras que yacen sobre muros olvidados en las distancias), en esas crisis existenciales que sin motivos provocan llantos y depresiones provocadas por la ausencia de llantos, de manos turbias por el pensamiento proyectado en imágenes idealizadas, y en la ruptura de los cristales hologramados que reflejan al Yo colectivo y a la esterotipada belleza que cuelga de un elástico a medio romper desde el cielo.

Es raro sentir turbio el latido al acercamiento de los ímanes cuando la metafísica provoca inercias y la biología no entendimientoy sucede lo no pensado, entonces quedo nulo y se vuelve reacción involuntaria parecida al origen que es ninguno y es todo, que es científico/antropólogo, que es dios agnóstico en la duda de su propio origen.

Es raro sentir turbio el sonido de los fonemas cuando la conciencia fonética y gramatical guarda las estructuras y los esquemas silenciosos que emergen paulatinos como la luz a los no videntes, como la oscuridad a los videntes.

Es raro decir:
amor.

Disfrazes, máscaras
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el lenguaje es gravitante como las emociones,
las palabras son incomunicables del sentir.