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Inicio / Cuenteros Locales / ethelwen_dunnar / La transformación II

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Finalmente el momento había llegado, la sustancia estaba lista, ahora solo restaba encontrar a algún paciente que cumpliera con el perfil y así podríamos ver con nuestros propios ojos los frutos de nuestro trabajo.

Pos su parte, Arthur estaba cada vez más silencioso y obsesionado con nuestro proyecto, pero yo lo consideré normal, ya que mi amigo siempre se involucraba profundamente en sus proyectos.
Ayer en la noche, tuve que ir a nuestro pequeño laboratorio, ya que era semana de exámenes en la universidad y se me habían olvidado mis libros allá. Al entrar me llevé una extraña sorpresa. Oculto en la penumbra estaba Arthur, se había quedado dormido sobre unos apuntes, encendí una lámpara y leí lo que decían esos papeles. Arthur había estado trabajando secretamente con nuestra fórmula , pero la había incrementado al menos, cinco veces más. Mi amigo se despertó y me sorprendió la agresividad con que reaccionó al verme leyendo su trabajo. Me empujó y comenzó frenéticamente a recoger los papeles que habían salido disparados por los aires frente a su violencia. Me amenazó y dijo que eran asuntos personales y que no me incumbían . Me dejó solo en el laboratorio y una creciente preocupación me embargó.
Revisé nuestro trabajo y descubrí que la solución química en la que tanto habíamos trabajado había sido reemplazada por agua... ¡POR AGUA! ¡Cómo no me dí cuenta antes! s que estas semanas estuve tan preocupado de los exámenes que no me percaté de que el perfil bioquímico... ¡pertenecía a Arthur! ¡ Claro, cómo no lo pesé antes! ¡Por eso actuaba tan raro! Ni siquiera me había dado cuenta que incluso, sin estudiar había logrado excelentes calificaciones en varios exámenes. Pero no se evidenciaba ninguna muestra física, salvo la fuerza con la que me dejó en el suelo ocupando solo su mano izquierda.
Arthur había estado inyectándose esta solución hace bastante tiempo al parecer, y ahora quería una más poderosa.
Al instante el pánico recorrió mi cuerpo, especialmente por que yo tenía algo que a él le faltaba... yo solo me había encargado del cultivo de las sustancias para crear nuestro poderoso invento, y por lo visto, aquellas sustancias ya se habían acabado. Por lo que pude notar, Arthur quería ser más poderoso. El podría hallar la manera de cultivar , por sus propios medios aquellos químicos, pero a pesar de potenciar su inteligencia, lo que a mí me había tomado 6 años a él le tomarían al menos, tres meses. Sin embargo, sabía que era demasiado tiempo para él, en su rostro había podido ver la ansiedad que los carcomía... yo no estaba dispuesto a darle mis conocimientos... a mi parecer, Arthur se estaba convirtiendo en una persona extremadamente peligrosa, haberle ayudado sólo habría provocado el crear a un monstruoso súper hombre con ambiciones de todopoderoso. Sólo me bastó mirarlo a los ojos para comprender que mi amigo se había ido y que nuestras ambiciones de potenciar al hombre para colaborar con un bien común, se habían esfumado, siendo reemplazadas por las corrosivas ansias de poder.

Esa misma noche procedí a quemar mis estudios, aquellos en los que había trabajado desde mi adolescencia. Seguramente Arthur los buscaría, no obstante, ahora esos conocimientos sólo se hallaban en mi cabeza.

Llegue a mi casa totalmente exhausto y con los nervios de punta. Al abrir la puerta, me di cuenta de que esta, ya estaba abierta. Entré sigilosamente, a través de las sombras pude ver un desorden apocalíptico, todos los muebles estaban rotos, como si hubiese pasado un tornado por mi hogar. Cautelosamente recorrí toda la casa, estaba vacía, pero se me congeló la sangre. Yo siempre había sido muy precavido y en mi casa guardaba reservas de las sustancias que ocupábamos por si nos faltaban. Si Arthur las encontraba, no tendría que esperar a descifrar la manera de cultivarlas. Nunca le dije de eso a mi amigo, y el escondite solo lo conocía yo, era un trabajo demasiado precioso como para que se rompiera o para dejarlo a la vista de todo el mundo. Me dirigí a la cabecera de la cama, augurando lo peor la empujé y ocupando la lámpara del velador estudié el suelo. Con mi mano palpé la baldosa sobrepuesta que estaba buscando. La removí y descubrí el hueco en el que guardaba una pequeña cajita hermética. Esta seguía ahí intacta. Con algo de alivio la saqué y la abrí. No pude evitar un suspiro al comprobar que las reservas continuaban allí. Volví a guardarlas en el mismo lugar, si Arthur ya había buscado en la casa, no volvería de nuevo.
Obviamente no pude dormir en toda la noche, y hoy en la madrugada me dirigí nuevamente al laboratorio, debía hablar con Arthur.

(continuará...)

Texto agregado el 27-03-2004, y leído por 184 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-03-2004 Muy interesante, espero la tercera parte, muy bueno, pero hay algunas faltas ortograficas que podrías arreglar... nos vemos ;-) LithiorelArkangelOscuro
 
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