En las colinas donde puedo ser libre
destrono a mi espíritu
y lo contemplo a la distancia como inercia absoluta.

Dame señales de aliento perdido,
olvida el misterio de tener entre tus dedos mis cabellos rendidos,
ya fui tormenta mil veces,
ahora sólo deseo ser calma entre tu piel y el infierno dormido.

Entre los rincones del infinito camino buscando un despertar,
en los espacios perdidos del horizonte pienso en mi infancia olvidada y sólo escucho mis anhelos internos como tambores de hechizos añosos.

Dame señales y deja en el suelo parte de tu piel,
olvida que existí alguna vez,
dame ese privilegio hoy y siempre,
contigo en cada rincón puedo dejar de existir sin temor.

Rompe las marcas de mi cuerpo sin destino,
dame puñaladas al centro del corazón para rememorarte una vez más,
quise corromper tus ojos con mi imagen pagana,
quise ser soledad dentro de tu fiesta inmortal.

Dame un juego más de dolor,
dame un golpe más al interior,
con fuerza espera que vuelva a tu cama,
con paciencia espera a que muera.
Sólo mírame a los ojos en mi último respiro,
sólo observa el entorno perdido.

Dame señales inconclusas de una paz retratada,
entregame horizontes de pasión perdida
dentro de un haz de luz incandescente,
dime mil veces que el sol no morirá mañana.

Dame lágrimas entre gritos de amor,
es mucho pedir?
Ayúdame a perderme en el mar como polvo flotante,
llévame en tu rostro como un dibujo pequeño,
despeina mi cuerpo con tu dolor una vez más,
dame verdad entre mentiras,
dame lo que realmente eres,
iré lejos conmigo misma para no despertar entre sábanas ajenas,
entre olores distintos,
entre mares lejanos.

Dame imperio y miseria,
correré al final de mi camino porque es lo que siempre he buscado,
sólo dame chance de seguir.
Hay en mis dedos sangre de la tuya,
hay en mis costillas látigos que te pertenecen,
que siempre serán tuyos.
Dónde terminan mis deseos...
Dónde comienzan los tuyos...


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