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Inicio / Cuenteros Locales / diek / Final y principio de un hombre llamado Daniel

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Siempre hay alguien que te defrauda en un momento u otro, suele ser la persona que menos te esperas.
Mi nombre es Daniel y estoy apunto de suicidarme,
Llevo dos semanas conduciendo, buscando el lugar donde acabar mis días y os aseguro que no ha sido tarea fácil, he recorrido lugares conocidos y otros que ni imaginaba que podían existir, hasta que di con este paisaje, donde ahora mismo me encuentro escribiendo mis últimos pensamientos.
Ahora me doy cuenta que debería haber viajado mucho más, que debería haber encontrado este lugar que estaba esperándome, pero imagino que solo me esperaba para que mis pasos pararan en el, sin más recuerdo, sin más rastro.
No quiero dejar una típica nota y mi cuerpo inerte, prefiero explicar un poco, brevemente el porque de mi situación y de mi acto final.
En los tiempos que corren no es difícil caer en la espiral de la depresión y la soledad, pero quiero dejar claro que ese no fue mi problema o al menos, ahora no.
Estoy en un lugar desierto, cerca de la playa, puedo ver unas casitas rodeadas de palmeras a la distancia y el ruido del oleaje que hipnotiza a las estrellas que cubren el cielo, sin poder despegarse de este lugar. Creo que entiendo porque en la ciudad donde comencé este viaje no se ven, ya que deben estar todas aquí.
Las estrellas serán mi guía y mi última compañía, como si se tratara de la muerte de un Rey, millones de ojos llorarán cuando mis rodillas se hinquen en el suelo.
Pero no me retrasaré más, quiero explicarlo todo y no me queda mucho,
He intentado demasiado tiempo pasar ajeno a todo lo que ocurría a mi alrededor, como si mi existencia no se diferenciada en absoluto a la de un robot, poco a poco me fui quedando solo, mientras que cada una de las personas que pasaban a mi lado se llevaban una parte de mi, dejándome desnudo, sin carne, sin huesos, sin alma y finalmente sin corazón, me he llegado a sentir tan vacío que soy como el aire cuando ando por la calle, si pido un abrazo, mi cuerpo atraviesa fugazmente el de la persona que intenta ayudarme y así amigos no es posible vivir.
La imagen de acabar con mi existencia me resulto tan cómica que concluí hacerlo, puesto que mi existencia hacía demasiado tiempo que no existía.
Así que decidí quitarme del medio totalmente, sin avisos, sin que a nadie le importara.
Sin que a nadie le importara, Sin que a nadie le importara, cuantas veces esa frase ha sido la reinante dentro de mi cabeza,
Siempre hay alguien que te defrauda en un momento u otro, suele ser la persona que menos esperas, así he comenzado esta carta y así es como me siento conmigo mismo,
Cuando llegó el momento que más me necesitaba a mi mismo me defraudé y eso me condujo a ignorar mi alrededor, todo era negativo, todos estaban en contra de mi y así fui desapareciendo, así encontré este lugar rodeado de estrellas hipnotizadas.
No hay mal que por bien no venga.
Empiezo a notar el efecto de las pastillas y creo que no puedo escribir más, ni siquiera he tenido el valor de pegarme un tiro o saltar por un acantilado, puede que mis ganas de morir, de dejar paso al aire a través de mi cuerpo no fueran tan reales. Y si hubiera otra oportunidad aquí, rodeado de soledad y silencio…

Aquella noche encontraron el cuerpo de Daniel, aferrado a una nota y la cara llena de lágrimas secas,
Aquella noche la mano de una mujer notó un breve latido en el cuello de aquel hombre que se creía inexistente.
Aquella noche Daniel despertó, como si volviera a nacer en la habitación de un Hospital.
Aquella noche Las estrellas vieron la miseria y la grandeza del hombre.
Aquella noche alguien aprendió que siempre hay otra oportunidad.

Texto agregado el 01-11-2007, y leído por 157 visitantes. (0 votos)


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