Esta era una mujer que, por más esfuerzos que hacía, no se encontraba.
Primero trató de encontrarse en algún lugar del mundo, se buscó en los mapas mundiales que tenía en su cabeza, en su memoria, y no podía identificar donde estaba y menos quién era.
Se buscó en Asia. "Podría ser –pensó- tengo rasgos asiáticos orientales, ojos algo rasgados, color de piel amarillenta, tengo la sumisión de muchas mujeres asiáticas que he visto en películas o en series de televisión". Pero por muchos esfuerzos que hizo, no se encontró en ningún país asiático oriental.
Se buscó desesperadamente en el norte africano. "Una vez que fui a España –decía para si misma- los marroquíes me echaban piropos, al parecer me parezco a las mujeres que a ellos les gustan, tengo ojos grandes, algo saltones. Mi piel cuando se broncea tiene un tono que podría ser marroquí. A lo mejor la forma de mi nariz y de mis labios se parece a los rasgos de las mujeres de esas zonas. Tengo una sensualidad especial que seguramente tiene que ver con esos lugares". Pero cuando se imaginó viviendo por allá, (por supuesto como la cabeza de alguien que no ha ido nunca a Marruecos puede imaginar), no se encontró jamás.
Se buscó en Sudamérica. "Yo nací en Bolivia –volvió a comentar- yo debo encontrarme allá. La Paz, Bolivia, de allá soy, viví casi 21 años de mi vida en ese país, crecí, fui feliz y también sufrí. Conocí mucha gente, muchos colegios, la universidad, canté en un coro durante mucho tiempo, tuve novios, me fui a vivir con alguien. Viví con mi familia todo ese tiempo. Me conocía la ciudad de punta a punta. Incluso podría decir que me gustaba. Hacía frío, pero ese es mi lugar". Pero esta mujer, por más esfuerzos que hizo por encontrarse en La Paz, Bolivia, no lo pudo lograr, seguía perdida.
Se buscó en Colombia. "Seguro estoy ahí! –comentó aliviada- siempre me ha gustado la salsa, la cumbia, el sabor del baile, soy buena bailando. Cuando viví en Ecuador, de alguna extraña manera me sentí identificada con los colombianos que bailaban aquel día en esa discoteca, aquel Año Nuevo donde conocí a uno de los hombres de mi vida, a un hombre que me enamoró por completo durante dos semanas. Seguro soy colombiana o fui colombiana en otra vida. Debo estar allí. Además Cartagena de Indias es en verdad cautivante, encantador lugar. Cuando yo estuve allí me sentí parte de esa tierra, me sentí antioqueña, Medellín, ciudad pujante y en crecimiento, gente amable y trabajadora, yo siempre he sido así. Seguro soy de allá. Si viviera allá todos me querrían y sería muy fácil confundirme con cualquier colombiana. Soy sensual y eso tienen las mujeres colombianas". Pero ninguno de los argumentos que esgrimió le sirvieron para encontrarse en territorio colombiano.
Se detuvo un largo rato en México. "Yo he vivido 7 años de mi vida aquí. Mi papá adoptivo era mexicano, mi esposo es mexicano, mis suegros son mexicanos, tengo amigos mexicanos, mi mamá y mi hermana viven en México. Yo hablo como mexicana. Conozco la ciudad bastante bien, puedo manejar un automóvil con seguridad, a pesar del tamaño, el tráfico y las velocidades a las que aquí se maneja". "Es todo un orgullo para mi decir todo esto" –pensó- "en realidad encontrarme aquí sería verdaderamente un gran logro para mi, pero al mismo tiempo sería una exigencia realmente grande. Quién sabe para quién sería tanta exigencia" –concluyó. Y ese último pensamiento le recordó que aún no sabía dónde estaba. Seguía perdida.
Así pasó de la costa a la sierra, del altiplano al llano, del norte al sur, del socialismo al neoliberalismo en la geografía mundial y no se pudo encontrar. El problema era que la desesperación adentro de ella iba en crecimiento y a cada momento que pasaba se sentía peor. Quería realmente saber dónde estaba, porque la sensación de estar perdida era muy desagradable.
Como no tuvo suerte con su situación espacial, decidió buscarse profesionalmente, por las actividades que realizaba o podría realizar.
"Yo estudié psicología y terapia familiar" –se dijo muy segura al principio- "y eso es lo que he estudiado por casi 9 años de mi vida, y ejerzo esta profesión desde hace casi 4 años. Incluso di clases de psicología en colegios; en institutos de terapia familiar fui maestra de materias importantes. Se bastante del tema, me gusta cuando hablo acerca de lo que se. Le he dado terapia familiar a mucha gente. Yo he creído durante todos estos años en mi profesión. Pero donde estoy? Soy psicóloga? Soy terapeuta familiar? Quién soy? Eso es lo que quiero hacer de aquí en adelante? Me hace bien o me hace mal hacerlo? Quiero seguir oyendo problemas y dolores ajenos? O prefiero dedicarme a otra cosa menos dramática y dolorosa? Cómo es que me perdí de repente?"
Y así siguió perdida, los años de haberse dedicado a una sola actividad no le sirvieron para poderse encontrar, la angustia iba en crecimiento.
Decidió buscarse ejerciendo otras profesiones, pensó en ser escritora. "Yo desde que soy niña he querido escribir libros para niños, cuentos para adultos, siempre ha sido fácil para mí hacerlo y además me gusta" –pensó. Pero no se encontró entre las listas de los escritores de una página en internet, ni entre los desconocidos, ni entre los famosos. Tampoco se encontró en listas bibliográficas de libros. No se imaginaba a si misma escribiendo algo interesante. Ni siquiera leía lo suficiente! Cuando se buscó en una clase de literatura, no pudo descifrar dónde podía estar ella sentada.
Para su suerte, muchas profesiones fueron descartadas de su mente y así el ámbito de desaparición se redujo un poco profesionalmente. "Médica, no. Matemática, no. Ingeniera, no. Economista, no. Administradora, no. Diseñadora industrial, no. Periodista, no. Antropóloga, no. Socióloga, no. Arquitecta, no. Especialista en comercio internacional, no". Esto la iba tranquilizando un poco.
Pero había otras profesiones donde ella sí podía encontrarse. Se buscó en el diseño de modas, en la literatura nuevamente, en alguna especialidad de psicología y ahí no pudo definir si quería el área educativa o el área social u organizacional. "¿En cuál podré ganar más?" – se preguntó.
Esta nueva pregunta la remitió a otro meollo de problemas de búsqueda, un sin fin de cuestionamientos aparecieron en su cabeza "y quiero ser rica o no me importa el dinero? Me imagino elegante y trabajando en un gigantesco edificio moderno y céntrico o prefiero irme a un lugar rural y pequeño a trabajar? Me encuentro enfocando mi trabajo a ganar dinero o a ayudar a la gente pobre y desprotegida? Puedo hacer ambas cosas a la vez? Quiero trabajar con la clase media, los burgueses o los pobres? Es mejor para mi un lugar grande y exigente o un lugar pequeño y tranquilo?"
La cosa se empezó realmente a poner color de hormiga cuando trató de encontrarse por la edad. "Tengo 30 años –se dijo. Pero no se si me veo de 30 años, cómo me voy a encontrar si no se cómo luzco? A ratos me siento una niña chiquita, desvalida y enojada. A momento me siento una adolescente con ganas de tener muchos novios, salir, beber y estar distraida y sin ocupaciones todo el tiempo. En otras ocasiones me siento una mujer adulta, guapa, inteligente y capaz. A veces me siento una señora de más de 50 años, con una vida muy larga y con mucha experiencia, a veces muy rígida pero muy sólida. En otros momentos me siento una viejita con mucho miedo a la muerte, con ganas de morir porque ya es muy cansado todo el dolor en esta tierra. Quién soy? Cómo voy a encontrarme si puedo ser todo y nada a la vez? Si puedo ser joven y vieja, incluso hombre o mujer?"
En todas estas opciones y en más se buscó desesperadamente esta mujer, pero seguía irremediablemente perdida o quizás momentáneamente perdida, aunque eso ella no lo sabía.
"Tengo que saber dónde estoy!" –se exigía a cada minuto- "!Alguien dígame donde estoy!"
Le preguntó a su mamá. Su mamá le dio su punto de vista y le dio una serie de opciones de búsqueda y de posibilidades de dónde encontrarse. No la convencieron. La ayudaron por unos instantes y luego, se volvió a perder.
Le preguntó a su papá. El solo podía escribirle por el chat, empezó como siempre con una broma y luego le dijo que donde estuviera él la amaba con toda su alma. Ella pensó, "a tu lado seguro no estoy, porque eso si me queda claro que no es saludable y que si de ofrecer se trata generalmente estas puesto pero cuando hay que dar, desapareces, como yo ahora que estoy desaparecida".
Le preguntó a su hermana menor. Ella le dijo que no lo sabía, que ella estaba más ocupada en su propia búsqueda y que por lo pronto estaba muy bien agarrada de la mano de su madre y de si misma y que con gusto la acompañaba en su intento por encontrarse pero que no tenía la respuesta. La mujer se lo agradeció y pensó que eso era muy sano. Al mismo tiempo le dio envidia, ella también quería que su mamá la llevara a encontrarse.
Le preguntó a sus amigas, ellas le dijeron que tampoco le podían decir dónde estaba, que no la habían visto recientemente, pero que tenía todo su apoyo, que lo que necesitara iban a estar ahí para ayudarla. Esto le permitió a esta mujer sentirse acompañada en su búsqueda, pero la desazón interior por la pérdida no pasaba y seguía en aumento.
Le preguntó a su esposo, del cual ella se había separado como 3 meses atrás, en realidad ambos se habían separado, eran esposos o ex-esposos, eso no lo sabían aún. Él no le quiso responder, estaba muy enojado como para ayudarla, estaba más preocupado en ayudarse a si mismo, él también se había perdido y se estaba buscando. Pero, a diferencia de ella, él consideraba que se había perdido por culpa suya, él decía que ella lo había soltado y abandonado sin decirle dónde estaba o quién era y así es que él se había perdido.
La mujer se detuvo un momento a pensar. Dejó de buscarse por unos instantes. Se dio cuenta que ella estaba perdida porque la persona que siempre le había dicho quién era y dónde estaba, su esposo, por lo pronto ya no estaba a su lado.
Luego de pensar en ello, decidió ir a comer una naranja antes de proseguir su búsqueda. Mientras comía pensó que debía buscar adentro de ella misma, no afuera. Qué cosa más difícil! - pensó. Fue cuando, nada contenta con su situación, decidió cambiar su pregunta, o más bien agregar una pregunta nueva, además de ¿dónde estoy?, se empezó a preguntar ¿dónde quiero estar?
|