Tema: "carcajada"
LAS TRES CARCAJADAS
churruka
Lobo Antunes Saavedra era un general liberal que a pesar de que las canas ya le agotaban la madurez, conservaba todavía las cualidades y el genio íntegro de todo un “Don Juan” y aquella misma tarde, en la capital, más de la mitad de las damas suspiraban afligidas ante su inminente fusilamiento tan sólo se despistara el gallo al amanecer.
Su enemigo más acérrimo, el también general y presidente electo del partido conservador, Eluterio de Mendoza y Cascote, se mostró impasible e intransigente ante las numerosas peticiones de indulto, incluso a las capitaneadas por su mujer, la bella Eleonor. El motivo de tanta falta de humanidad radicaba en la deshonra que su antiguo compañero de armas y hoy reo de muerte le había infringido al robarle el amor de su mujer dejándolo como un ciervo afligido hasta con astas y corona. Es mas, de buena gana habría acudido Eluterio a la ejecución para meterle al Lobo el tiro de gracia entre las cejas, pero esta acción no era acorde a su situación y podría haberle costado las próximas elecciones, desde que se había decidido otorgarle el derecho de voto a las féminas.
En esto estaba nuestro presidente mientras limpiaba su arma, feliz por deshacerse de una vez de los cuernos y su rival, cuando por arte de magia se le disparó el arma y sus sueños de grandeza se fueron a decorar las paredes del despacho.
A la media hora del percance, su esposa, la bella Eleonor, por fin a solas en sus aposentos arrojó a un lado las lágrimas de cocodrilo y soltó una carcajada de dicha al consultar el reloj y comprobar que aún le quedaban un par de horas para anular el ajustamiento de su amado.
El indulto lo pilló al Lobo delante de doce fusiles que se quedaron con las ganas, porque el oficial de turno que hasta ese instante le había deseado las mil pestes, ahora le lamía incluso los talones; sobre todo cuando Lobo se enteró con una sonora carcajada de que no sólo la muerte lo habría de esperar, sino que además se había convertido de la noche a la mañana en el nuevo presidente; y es que las consecuencias de una carcajada son imprevisibles, al menos para Dios, pero no para el diablo.
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LARGO VIAJE A EUROPA
selkis
El pequeño Razak espera ansioso el autobús que se dirige a la ciudad una vez por semana. Allí cogerá, junto a su nuevo padrino, el avión que por fin le llevará a Europa. ¡Europa! No tiene ni idea de dónde está, ni qué es exactamente, ni posee referencia alguna para imaginársela. ¡Pero ha de ser tan diferente a Benin! Sólo sabe que nunca más pasará hambre, que tendrá ropa nueva, un hogar cálido y sobretodo, que podrá hacer lo que más le gusta: jugar a fútbol y ganarse la vida con ello. Es un buen jugador, está convencido de que en un año sacará a su madre y a sus hermanos de la miseria. Su padre, con cuatro esposas más, no puede mantener a toda la familia, pero él ha sido bendecido y lo va a aprovechar, va a luchar con todas sus fuerzas, las mismas que hasta ahora le han servido para ayudar a su madre en los pequeños campos que cultivan para el consumo propio. Eso le había dicho a ella: “Mis pies ya no pisarán más campos, sino son de fútbol” Y los dos habían empezado a reír, inundando su humilde hogar de sonoras carcajadas, con las bocas muy abiertas y casi sin poder respirar. Jamás había visto tan feliz a su madre. Ahora, espera nervioso el autobús y mira de reojo a su tutor, cuyo rostro parece reflejar el éxito seguro.
El viejo “cazatalentos” lo ha conseguido de nuevo. Unas palabras amables, una amplia sonrisa, promesas construidas con tanta elocuencia que unos padres analfabetos y desesperados no dejarían de creer, admiraciones sobre el estado físico de Razak y su magistral dominio del balón, además de cien euros como adelanto, “sólo una sombra de lo que depara el futuro de su hijo, señores” y ahí está, con el niño de diez años a su lado, que ríe a carcajadas dominado por la alegría y la esperanza recordando o imaginando a saber qué, de camino a Nigeria. Uno más sin partida de nacimiento ni documento alguno que demuestre de donde proviene, que no volverá a pisar los campos de pequeños cultivos: ahora, sólo pisará las áridas piedras de las canteras nigerianas.
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