Es solamente pensar que debemos de ayudar a los demás. No se debe codiciar los bienes terrenales, sino como para tener los bienes suficientes para llegar a una vejez pasable. La codicia no deja de ser mala consejera y de nada sirve, pues ella se encarga, solita de podrir al personaje que la viste de turno. La avaricia y el deseo de tener cada vez más, es una de las razones para ser desgraciado y desagraciar a los demás. En hora buena debemos darle un significado más altruista a nuestra vida cotidiana y pensar en los demás, que no tienen nada. Los gobiernos tratan de cerrar dicha brecha, pero nosotros, los particulares, somos los llamados a preocuparnos por nuestros hermanos, nuestros amigos y nuestros conocidos. Por lo menos si no los vamos a ayudar, no dañarlos ni herirlos, ni molestarlos….