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Cómo se llamaba… cómo se llamaba. Andrés, claro así es, cómo olvidarlo. Andrés Méndez suena en mi cabeza, y suena bien, un buen eco. Debe ser así. Andrés Méndez… ¿García? Mi cabeza termina sola la retahíla, termina sola el nombre y me dice que es García. Pero no me convence. ¿La Rampa? Sí, seguro, ese es el nombre del pueblo que tantas veces recorrí en abril. Y en diciembre. Probablemente lo recorrí todo el año, pero yo me acuerdo de abril y de diciembre porque llovía, llovía siempre que paseaba cerca de la playa así que imagino que era abril o diciembre. Abril o diciembre en mi cabeza, tal vez octubre, marzo o agosto en realidad. No importa, en mi cabeza era abril y tú eras Méndez García.

Llamo a la compañía de telefonía móvil, me tiembla la voz, no eres tú quien me atiende pero a mí me lo parece, no sé si me darán tu número o me pasarán contigo, distintos mecanismos para distintos países… ¿siguen ahí? A la chica con voz de robot le suelto la misma retahíla, Méndez García. Me dice lo siento mucho, política de protección de datos. La aporreo con palabras, por qué tener archivo entonces, por qué tantas veces me localizaron a mí, por qué uno puede firmar o no esa política en el contrato… No entiendo nada, da igual. Y cuelgo.

Siguiente plan. Otra retahíla en mi cabeza, jodido alcohol. Ya no sé qué es verdad y qué es mentira, qué hago bien y qué mal, qué me invento y qué retahíla es cierta. 118… ¿32? ¿65? ¿43? Pruebo un número, maldigo el dichoso 003 que desapareció, todo tan fácil antes, hasta la información. Luego aparecía un 1 delante, otras historias. Mientras pienso todo esto me atiende otra voz de robot, pregunto por Andrés Méndez García, población La Rampa, ningún abonado. Vuelvo a colgar, no dejo que concluya el buenas noches.

Sigo pensando. Claro, el teléfono no está a su nombre. ¿Pues al de quién? Pienso en llamar a su madre a la vez que me maldigo por haber tirado aquella agenda con todos sus números: el del móvil, el de la casa, el del trabajo, el del móvil de su padre, el de la casa de su hermana… Y ahora cero, buscándolo desesperadamente. ¿Cómo se llamaba la madre? Está bien, demos este tema por zanjado, nunca supe su nombre. De repente en mi cabeza suena Rosario. ¿Por qué Rosario? Me pregunto si me lo estaré inventando otra vez, si tal vez no es Méndez, no es García, no es Rosario. Recuerdo una conversación después de pasar la noche en su casa, al sentirme vacía y obligarme a conocerle un poco más. Saber cómo se llaman sus hermanas tal vez serviría así que le pregunto. Me dice la pequeña es Raquel, la llamamos Peque. De eso estoy segura pero con el resto de la conversación es probable que fantasee. La mediana… y la mayor Rosario. La llamaron Rosario como a mi madre pero ella se puso Roser porque es catalán y le gustaba más.

Llamo a otro 118. Pregunto por Rosario García poniendo voz de haber perdido una vieja amiga. Me dan un número y no encuentro ni un lápiz a mano, ni un folio. Me repite el número dos veces y yo lo memorizo y cuelgo rápido para volver a marcar antes de olvidarlo. Marco. Espero. Pienso, demasiado tarde, que no es buena hora para llamar las 11 y media de la noche, mejor colgar. Oigo una voz. Pregunto, otra vez la retahíla… Méndez García. Sí, es mi hijo, ahora no está en casa. Hablo con ella y no sé qué le digo, que sí, que soy una vieja amiga, que si me puede dar el móvil, que si no quiere no pasa nada, que lo volveré a intentar, que no hace falta ningún recado… debe sentirse sola porque me sigue el juego, habla conmigo, que llámalo mejor a mediodía, que el móvil nunca lo lleva encendido, que qué clase de amiga, que si no es mejor un recado… hasta mañana, le digo. Y cuelgo. Doy 3, 4, 5 saltos y me río sola, a carcajadas. Pensando en lo fácil que ha sido al final localizarlo, en lo débil que es el olvido, en lo frágil que es siempre un trato con uno mismo. Y luego, ya no lo intento nunca más.

Texto agregado el 31-10-2007, y leído por 142 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
08-11-2007 Viví esa situación y claro la memoria es frágil, yo tengo una memoria asociativa si no no recordaría ni a mi madre, buena prosa amiga, limpia clara y natural, brisas sureñas y mis ***** cochalluyo
31-10-2007 si, muy bueno..es que buscando en la memoria, todo se encuentra, aunque de a etapas uno crea olvidar, los datos, nombres, esquinas, voces de hace re años, regresan ni bien se invocan. Mildemonios
31-10-2007 Buenísimo. Aristidemo
 
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