El cadáver de un indio muerto podía desplegar más cantidad de energía que Jesús en la cruz.
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Nota supositoria: "El cadáver de un indio muerto", ¡Vaya!, a primera vista hay un error en esta oración, una suerte de insistencia, pero sabemos bien que si hay cadáveres de muertos también lo pueden haber de vivos, al menos como imagen que es más que algo poético. Nosotros los "occidentales" sufrimos nuestras transformaciones y es por ello que nuestra historia está repleta de tragedias y genocidios - necesitamos las transformaciones - pero nuestra cultura nos obliga, casi, a mantenernos constantemente sin cambios, seguros en lo mismo. Necesitamos las transformaciones y las tememos, éstas aparecen y, las sufrimos (Curiososo: unos de los grupos más geniales de los últimos tiempos (Sheep on drugs) tiene una frase magnífica llena de significado imperativo para nuestra cultura: "No te resistas a lo que necesitas" ("Don´t resist at what you need"), hemos sido educados a resistirnos ante lo que necesitamos, como si cambiar fuese perder, como si quedar atrapado en un punto estático de nuestra posibilidad fuese razón de orgullo (Heidegger pedía lo mismo que Sheep on drugs a gritos). La muerte, como todos lo sabemos, es parte de la vida; nuestra tímida y genocida cultura le teme. La muerte es una vibración distinta de la de la vida. Los indios tuvieron todo el tiempo del mundo para modular en ellos mismos cambios de frecuencias, que nosotros, pobres estúpidos occidentales, no somos capacies ni siquiera de imaginar so riesgo de destruir todas nuestras tesis que nos mantienen en un falso estado de conformidad en el mundo ("Mundo"). Por allá lejos, en una Europa que no se sabe qué se hizo de ella, la modulación de frecuencia en muerte por parte de un vivo hacía que el individuo con tal habilidad fuese llamado un Nosferatus "No, ese tipo es un Nosferatus, déjalo tranquilo si no quieres que te muerda", cosas por el estilo...