Dialogan y dialogan uno que otro santo junto al colchón del fortuito muerto. Descansan. Si prefieren pueden tomar al cadáver y darle nueva vida siempre y cuando este se deje subyugar. Resiste fortuito muerto. Espera con paciencia la idea bendita que pronto llegará a tí: "¡redención!" gritará con todas sus fuerzas. Podrá redimirte de tu precisa y exacta muerte, que recuerdos de aquel día, decidiste venderte a cambio de un sentido, cambiaste rebelión por trascendencia.

Espera un poco, lucha contra los santos que intentan despojarte de tu yerta esencia. Aún no han vencido. No hagas caso si te manipulan para cambiar tus zapatillas negras manchadas con cera, tu casaca ploma y tu buzo azul. Que colchón tan flaco eres, como ese amigo que conocerás más adelante, claro, si sobrevives.

Nunca fueron tan deleitosos los placeres de matar a un fortuito muerto. Sobre todo cuando habían planeado su agonía. Lastima, la muerte le llegó primero. ¿El fin? Imbéciles, darse cuenta deberían de la fatalidad de la constancia, de la rebeldía del alma frente al proceso santificador de los inquisidores. Ellos no comprenden que no podrán retenerte por mucho tiempo, no te reducirán al olvido. Sólo puedo decirte hoy, en esta primer capítulo, resiste.