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Eran las 23:00 horas de una noche oscura sin luna, pero como todas las noches del desierto nortino de Chile con un cielo cuajado de estrellas en donde la Vía Láctea lucia en todo su esplendor, y sobre todo entre Iquique y Arica. A esta última ciudad era donde me dirigía en mi automóvil a una moderada velocidad, pues era verano y la brisa agradable refrescaba mi rostro.

Ese silencio solamente roto por en ronroneo del motor. El cruce de unos faros de vez en cuando me demostraba que tan solo no estaba. Pero habíamos conversado con algunos amigos sobre la posibilidad de la existencia de ovnis por estos parajes. Al despedirnos bromearon de lo lindo diciéndome que a la llegada a Arica, los llamara por teléfono para así irse a dormir tranquilos y con unas risotadas y abrazos nos despedimos.

Así iban las cosas, ensimismado en mis pensamientos cuando llegué al cruce del camino y enfilé hacia el norte, viendo luces fantasmagóricas en el fondo de la pampa nortina. Allí un destello como un fogonazo... Allá una luz en los cerros, y yo diciéndome a mi mismo como convenciéndome. No te preocupes son mineros o automóviles.

La cinta negra del pavimento corría y hasta su movimiento me causaba cansancio, modorra y si seguía así me dormiría al volante. Decidí hacer una parada en un pueblecito en pleno desierto. Su nombre es Huara. Son unas cuantas luces en medio de la oscuridad total del desierto nortino, ya que entre Iquique y Arica hay como 350 kilómetros de agreste soledad, con algunos caseríos en las quebradas. Entre ellas la quebrada de Tiliviche, con su campamento de obras de camino.

Conversando con la morenita que atendía el mesón sobre el calor del día y un poco como para sacarme de adentro las preocupaciones de los ovnis, llegué a preguntarle sobre esa mi preocupación del momento. Mejor no lo hubiera hecho. Tenía mas información que los hombres de negro. Claro como no iba a tenerla, si todos los chóferes de camiones paraban en el pueblo y cada cual se esmeraba para contarle la más espeluznante historia de un encuentro con marcianitos verdes. Después de escucharla por espacio de 15 a 20 minutos, me di cuenta que esos socarrones chóferes lo habían hecho con el fin de buscar la atención de la morenita. Así que las exageraciones y mentiras volaban por el local junto con los ovnis. Me despedí de ella y salí nuevamente a la carretera, ahora riéndome de las historias y más confortado en mi interior.

Llegué a una zona extensa de arboledas que se recontaban contra las estrellas... ¿Árboles en el desierto?...Si los hay, son los Tamarugos que han vuelto en gloria majestad después de que fueron casi exterminados con la llegada de la colonia y después con la industria del salitre.

Y enganchando las marchas de mi automóvil me dispuse a bajar la empinada pendiente que me llevaría a la quebrada de Tiliviche. Hay que armarse de paciencia y dejar que el vehículo haga lo suyo.
Al llegar a la curva que enfrenta un corto puente en el fondo de la quebrada, veo alumbrada por los faros de mi auto, a una mujer parada a la vera del camino, haciéndome una señas para que me detuviera y así lo hice.

Le abrí la puerta delantera pero asomándose me dijo que prefería ir en el asiento trasero. No tuve inconveniente, pues total viajaba solo y su compañía me serviría para mantenerme despierto. Se sentó y se reclinó hacia atrás cerrando los ojos y yo la espié por el espejo retrovisor. Llevaba un chal lo que me causó extrañeza, pero en cosas de vestirse, las mujeres lo hacen a sus enteras anchas. Blusa blanca de cuello alto y falda muy larga como hasta los tobillos según pude ver.
Pelo rojizo con hebras de plata en las sienes. De unos 40 o 50 años mas o menos. Rostro hermoso, diría anglosajón y muy blanco, algo que se destaca en esta zona en donde todos somos morochos por el sol implacable del desierto. Toda esta observación la hacia al tener encendida la luz interior del vehículo la cual apagué una vez terminado el examen y dándole una nota 7 a esta hermosa mujer.

Como no queriendo comencé a tratar de entablar una conversación sin importancia, como para derretir el hielo del momento, pero ella con voz muy suave y apagada me dijo que estaba un poco cansada y deseaba dormitar, ya que debía llegar a Arica descansada. Así me tragué todos mis elogios que había preparado y callándome seguí conduciendo; espiando de vez en cuando por el espejo. Recorrimos los kilómetros en la oscuridad de la noche hasta llegar al control de policía de Cuya. Miré por el espejo y ella se encontraba dormida en toda su belleza. Decidí bajarme y controlar mi paso con la policía, llegando a la oficina, le dije al funcionario mostrándole mis documentos que en el vehículo traía a una pasajera. Con curiosidad el policía me preguntó dónde
la había recogido, yo le contesté que en Tiliviche. Se miraron los dos funcionarios y uno echo a andar junto a mí al automóvil y cuando llegamos a su costado vimos que no había nadie en su interior. Él me dijo ¿Sabe a quien trajo esta noche señor? Extrañado lo miré y le dije a una señorita que mi hizo señas al costado del camino en Tiliviche. El policía me dijo: - Se trajo a la esposa del que fuera dueño de una de las salitreras de esta zona y ella murió en 1935.-
La incredulidad se apoderó de mi rostro y un escalofrío me recorrió la espalda. Volví a mirar el auto; abrí sus cuatro puertas, busqué algún indicio de su presencia, pero no había nada. Solo un leve perfume de nardos, nada más que eso.

El policía me dijo entonces:-- Usted no es el primero pues han llegado aquí chóferes de camiones con el mismo cuento y más de algún automovilista como Ud. Así que tómelo con calma, vaya al restaurante de enfrente y sírvase una buena taza de café pues la va a necesitar para el resto del camino.

Le agradecí y maquinalmente me dirigí con el auto al lugar que me indicaba y ahí me quedé toda la noche, pues no cabía en mi el pensamiento de seguir esa noche conduciendo hasta Arica.
Así es como me entere de la hermosa dama que esta enterrada ahí en la quebrada en un bien cuidado cementerio familiar de blancas tumbas de mármol.
¿Que querrá esa hermosa mujer que no encuentra la paz y se repite en el tiempo?

Nomade...Soñando

Texto agregado el 30-10-2007, y leído por 301 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
31-10-2007 Un relato muy bien delineado.con imágenes y colores que encierran un enigma que merece ser develado.***** almalen2005
 
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