La oscuridad de repente todo lo envolvió, el silencio hacía aun más tétrico el lugar, allí donde menos de un año atrás se celebró su boda; ahora volvía al lugar para recordar y sufrir, de aquella algarabía, música y desborde a esta soledad que intimidaba y sobrecogía el espíritu.
Todo sucedió veloz y sin sentido, la felicidad solo duró un destello, horas de amor y dicha que disfrutaba total y apasionadamente, pero, la realidad saltó a su vida cruel y dolorosa, él tardó muy poco en mostrarse al desnudo y la realidad terminó con sus sueños y anhelos.
Rápidamente su amor se trastocó en una serie de locuras, al principio ella accedía a esos requerimientos extraños que poco a poco iban mellando su felicidad, hasta que se produjo el primer llamado de atención sobre la conducta de
él.
Los acontecimientos se sucedieron alocados, él pedía esto y aquello y comenzó la violencia física, de la que evidentemente gozaba, ella trató por todos los medios de llevar la situación a lo que había sido al comienzo, pero nada parecía funcionar hasta que una mañana decidió abandonarlo y volvió a su casa paterna.
El fue varias veces a tratar de convencerla de que volviera, pero ya el amor se había roto y de una manera que no tenía retorno, y ya cansada de sus acosos fue que pergeñó el plan que no esta otro que eliminarlo.
Pensó mucho la forma en que pondría fin a esta pesadilla, muchas ideas corrieron por su mente, hasta que se decidió en como sería el final.
Lo llamó diciéndole que en principio aceptaba volver con él, pero que debían conversar para aclarar las cosas y que la mejor manera era hacerlo en el lugar donde se habían casado, el aceptó y fijaron el momento del encuentro.
Al ver acercarse el automóvil ella apagó las luces del salón, vacío ahora, y esperó paciente que él entrara, dos disparos terminaron con su vida, y el tercero cerró la historia para siempre. |