Erase una vez un alma vagabunda,
desterrada inmisericordemente
de aquel sitio terreno donde el sentimiento abunda.

Fue condenada,expatriada e insultada
por considerar que el uso y acciones de las palabras
deben ser consecuentes en sus construcciones e intenciones
consecuentes y congruentes
con las finalidad para las que fueron expresadas.

Este juez injusto quien se creía el dueño de los sentimientos,
expatrió cuando quiso a almas, aromas, recuerdos y vientos.
Pero esta alma era tan fuerte en su credo,
tan fuerte en lo recuerdos de sus buenos momentos,
que nació para fundar una República de Sentimientos.

Erase un alma penitente que esperaba sentada en el limbo,
rodeado de muertos vivos y vivos muertos,
esperando aquel rosario de rezos y soplidos de aliento que pudieron tener la fuerza
de un dios del Olimpo.

Y aquella alma vagabunda buscó su refugio
sin artilugio,
buscó su dimensión etérea
paralelo a un sonido estéreo,
ubicó su nota musical en el pentagrama de sensaciones disonantes,
allí atrapada te compondrá bellas notas de amor,
esperando tu llamada.