Uno no conoce para nada
sus benditas emociones
ni se imagina siquiera
cuanto lo pueden enredar
nos ponemos a jugar
siendo que al amor aquel
le crecen temibles tentáculos,
extremidades diabólicas
que nos atrapan sin piedad
y nuestro impío corazón
es el que sufre a raudales.
No, no tenemos opción
cuando el amor nos encabrita
le dimos la llave más preciada
al ser que pensábamos hostigar
y comienzan los desdenes
los No que nos aprietan el alma,
sufrimos en carne propia
el mal que pensábamos endilgar,
uno no conoce el alcance
de este juego de seducción
en que se sale a cazar
y se termina enjaulado.

Pero, sabiendo las consecuencias
nos ponemos a juguetear
intentamos dimensionar
algo que no tiene riendas,
y lloramos como magdalenas
cuando la burla se ensaña
con nuestro corazón atrapado
somos seres torpes y vanos
cuando jugamos a amar
e intentamos ser soberanos
de algo que no tiene dueño
y que nos hace sus esclavos.