Sucede de nuevo, tanto tiempo que no ocurría, abandono mi cuerpo unos instantes, unos segundos de conciencia pura. Como un don llega a mis manos y lo tomo, me aferro a este momento de observar. La distancia le da a las cosas un poco mas de nitidez, como si de una hoja impresa se tratara, las letras adquieren a medida que me alejo, una fuerza distinta, un relieve. Sus límites se vuelven precisos y el espacio entre ellas brilla más que nunca.

Una vez adquirida la imagen del papel, me empuja hacia delante de nuevo, me acerca, me sumerge en aquellas palabras, mi vida.

Quien cede su lugar en momentos como estos?

Yo no elijo, el universo decide ese tiempo de irme y el infinito me presta el espacio que ocupo, me regala un sitio donde quedarme mientras vacía allá abajo, espero en calma mi regreso para volver a sentir.

Cuando uno está lejos de su cuerpo, desaparecen las cronologías. El orden establecido, aquel que nos mantiene cuerdos, se desdibuja. La aparente desorganización confunde al principio, no hay pasados ni presentes, no hay inicios ni finales. Todas y cada una de las cosas concebidas por nosotros como recuerdos, se vuelven desde lejos motivos, causas y miles de efectos. La película de una vida se muestra sin tapujos, sin olvidos. Se revela impúdica e irreverente.

Cuando uno se sale de su cuerpo escapa también a las reglas de la mente, ella no tiene poder estos instantes, sucesos y pensamientos se vuelven la misma cosa. A la vista del espectador no hay diferencias, no en ese sentido. Desde este lugar todo se distingue por su brillo, por su luz y su sombra.

Veo entonces, en la parte más oscura, todas mis muertes, como si juntas se dieran fuerzas para mantenerse a flote, para seguir vigentes. Veo su miedo y la idea más descabellada aparece. Es posible? Podrían todas ellas fundirse entre las demás sombras y desaparecer? Con solo estirar mi mano y rozarlas rompería los lazos que las mantienen unidas. De alguna manera sé que no puedo intervenir. El obsequio no trae semejante privilegio. Pero me quedo con lo real de esa idea, solo tocarlas y pierden la fuerza, tengo que recordar eso.

La claridad al otro extremo llama mi atención, miles de grises en el medio pasan desapercibidos. La luz casi blanca me muestra su cara, sensaciones, el calor de un beso y los sonidos de los más lindos momentos. Hay miradas conocidas, hay ecos de palabras. Más motivos, más causas. La fantasía me invade también de este lado, alcanzar a tocarlas, contagiar las demás cosas, sé que no puedo. Pero me llevo esa certeza conmigo, porque comprendo que la luz puede abarcarlo todo. Tengo que recordar eso también.

Me aleja más, mucho más. El aire llena mis pulmones, me esfuerzo en la última mirada, pero son letras de nuevo, ya no hay imágenes, cada detalle revelado se esconde y como al principio, la hoja inconclusa queda flotando con sus límites definidos en blanco y negro formando claras palabras sobre el papel. Y se termina.

Mis dedos se mueven de nuevo, mi cuerpo se adapta a mi otra vez. El cuarto es el mismo, el reflejo en el espejo me devuelve mi imagen de siempre.

Me gusta pensar que no son sueños perdidos a lo largo de los años, me gusta pensar que aquel que inventa, que lee o escribe, quien sabe? me invita un momento a salir de mi cuerpo y ver con sus ojos.