I
He mirado mis piernas,
tan flacas, casi esqueléticas,
y he corrido,
he corrido por mi cuerpo.
Miro luego mi cuerpo,
Tan flaco, casi etéreo,
Y he volado,
Volado por mis pensamientos.
Abajo me llaman, me gritan,
Y he bajado.
Cuerpo y nombre también bajaron.
Y ahora mis pies,
Tan ambiguos, tan hermosos,
De piedra y arena,
Tocan el suelo.
Las solitarias hierbas de la acera,
Se cuelan por mis dedos como un beso de loco.
La gente me mira:
“Tan flaco, tan lento” murmuran,
Y yo solo respondo a nombre, cuerpo y sexo.
Y lloro,
Lloro por la rebeldía castigada,
Lloro porque ahora respondo a un nombre,
Y obediente cubro con mascaras lo que la gente me ordena:
Mi sexo y mi cara.
II
Ya no me ven llorar.
Mi mascara aprisiona mis lagrimas.
Estas resbalan y ocurre el milagro:
Adentro, una mariposa compleja, casi enigmática,
Que no responde a nombre, cuerpo o sexo,
Se fortalece de mis lagrimas.
Sonrío,
Por que algún día,
Este flaco, casi esquelético cuerpo,
Y esta hermosa y rozagante mascara,
Se romperán como cualquier otra crisálida,
Y volaré.
Seré mariposa compleja, enigmática.
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